lunes, 29 de septiembre de 2008

MADITERRÁNEO ABAJO

Hemos iniciado el descenso por el Mediterráneo hacia el Estrecho, en compañía de los tripulantes Jose Manuel, Manel y Pablo que han subido a bordo en Dénia, de donde zarpamos el sábado con buenas condiciones meteorológicas. Ya a partir de Cabo de la Nao pudimos navegar a vela a un descuartelar con unos 10 nudos de viento y mar rizada, hasta bien pasado el paralelo de Alicante, de madrugada, cuando el viento nos abandonó casi completamente. Amanecimos pasado Cabo de Palos envueltos por el típico paisaje de calma chicha, pero por la tarde, previa visita de una manada de delfines al aproximarnos a Cabo de Gata, pudimos volver a navegar a la vela, de ceñida, bien próximos a la costa. El parte meteorológico anunció vientos del oeste de fuerza 5-6 con marejada y tormentas, así que decidimos aprovechar el buen tiempo y prolongar la etapa hasta Almerimar, al otro lado del Golfo de Almería, a donde arribamos a primera hora de la noche rodeados de relámpagos y truenos. Una vez ya amarrados en puerto, mientras hacíamos la cena, descargó un chubasco que dejó el barco absolutamente limpio del polvo del desierto acumulado en la jarcia durante los últimos vendavales de Dénia.
A la mañana siguiente se incorporó a la tripulación mi hermano, repostamos combustible y, habiendo contemplado la posibilidad de esperar un día en ese puerto debido al anuncio de las condiciones de viento y mar, finalmente decidimos seguir hacia el Estrecho.
Enseguida nos topamos con una fuerte mar y viento de proa que prácticamente durante todo el día superó los 30 nudos, con olas incómodas que nos mantuvieron bien pasaditos por agua, por lo que optamos por poner proa al puerto de Motril. El avance del barco, remontando al viento entre pantocazos y cabeceos, era lento, hasta tal punto que sólo llegamos a hacer unas 40 millas en esa jornada.
Cenamos en tierra y dormimos fondeados en la rada del puerto. A la maña siguiente, temprano, continuamos viaje hacia el Estrecho con buen viento de la aleta que nos permitió avanzar a 8-9 nudos, con lluvia constante, obligándonos a poner el traje de aguas completo, pero con buena mar, hasta que por la tarde el viento fue amainando y recogiendo el génova volvimos a navegar impulsados por “Pentagramix” y vela mayor. mi hermano, Jose Manuel, Manel y PabloDebido a los fuertes pantocazos del día anterior la radio VHF y el equipo de viento dejaron de funcionar correctamente, sin recibir ni poder emitir en el primer caso.
Según nos íbamos acercando a Punta Europa la mar y el viento arreciaron por la proa y ante la posibilidad de que fuese a más tomamos un rizo a la mayor.
A eso de las 23:00h, prácticamente ya en Gibraltar, el tráfico se fue intensificando. De las veces que he pasado el Estrecho, esta, fue la ocasión en la que más complicaciones he tenido en cuanto al tráfico.
Primero cruzamos a pocos metros de la proa de un mercante que a pesar de llevar luces de navegación estaba parado, después nos cruzó la proa un pequeño velero que a pesar de visualizarlo en el radar no éramos capaces de localizarlo visualmente hasta que pasó a nuestro lado sin ningún tipo de luz (¡vaya huevos los suyos!), a continuación nos alcanzaron un gasero y dos petroleros que navegando en paralelo se atravesaron a nuestro rumbo para entrar en la bahía de Algeciras y Gibraltar. Pasando a pocos metros tuvimos que irlos esquivando variando nuestro rumbo y velocidad, pasando unos por su proa y otros por su popa hasta que finalmente, tras haber dejado atrás la bahía, la cosa se fue relajando y pudimos continuar tranquilamente con rumbo a Isla Tarifa. Sin duda una buena forma de mantenernos entretenidos y despiertos.
Por fin hemos llegado ya al Atlántico, que nos ha recibido amablemente, y a partir de ahora volvemos a ganar latitud.

Amaneció pasado el través de Cabo Trafalgar en otra mañana tranquila en cuanto a viento y mar hasta que finalmente, a las 13:00h amarrábamos a los pantalanes del Club Náutico del Puerto de Santamaría. Ahí desembarcaron dos tripulantes, mi hermano y Manel, y subieron a bordo tres nuevos tripulantes, uno de ellos a la mañana siguiente, Jesús (amigo y ya tripulante del barco durante la bajada en junio), Roberto y finalmente Manuel, así que para la etapa de Cádiz a Bayona éramos ahora seis tripulantes.
Comida en Romerijo y tras una buena siesta recibimos la visita de otra antigua tripulante, Fátima, que nos trajo unas riquísimas viandas, ¡gracias!.
Antes de que se fuese la luz subimos al palo para reparar la radio y el equipo de viento. Cenamos a bordo y prolongamos la velada en agradable tertulia, no hasta demasiado tarde ya que al día siguiente queríamos zarpar relativamente pronto con rumbo hacia Portugal.

sábado, 20 de septiembre de 2008

ADIOS A LAS ISLAS

Por fin llegó el día de zarpar definitivamente de Formentera, con una mezcolanza de sentimientos. Por un lado la tristeza de las despedidas, atrás quedan amigos, conocidos y un montón de experiencias vividas a lo largo de este verano, por otro lado la alegría de volver a casa después de más de tres meses a bordo.
Por la mañana temprano la isla también parecía triste, con una calma gris poco habitual. Después de desayunar e izar el dingui a cubierta, izé la vela mayor y antes de largar el fondeo aún me di el último baño en las aguas transparentes y cálidas de tono azul plomizo.
Con mayor y motor puse rumbo 275º hacia Dénia y pronto pude desplegar también el génova para navegar sólo a vela entre 6 y 8 nudos de velocidad con unos 10 a 15 nudos de viento del SSW al principio, navegando de través y más tarde de ceñida con una espléndida mar rizada. La humedad a primera hora alcanzaba el 93%, aunque ha ido bajando hasta el 85%, con una ligera mejora del cielo. Una navegación más que agradable, en silencio, salvo por el sonido del agua recorriendo el casco y el leve murmullo al salir por la estela.
Miro alrededor, sólo veo mar, y me acompaña una ligera sensación de soledad, un punto melancólica, sin embargo el barco navega alegre comiendo millas y me recuerda que cada una de ellas nos acerca a casa.
Mientras tanto un montón de imágenes de las islas me vienen a la cabeza y sé que en invierno, en Galicia, las voy a echar de menos.

A medio día el viento ha bajado un poco, pero en cambio el cielo se ha despejado por completo, no obstante, en contra de la última travesía hacia Formentera, la visibilidad no ha permitido ver costa hasta que a falta de unas diez millas he podido entrever entre la calima la costa alta de la península.
Me ha recibido una manada de grandes delfines mulares. Hace tiempo que no veía.
Calculo arribar al puerto de Dénia a eso de las 20:00h después de una muy placentera y tranquila navegación. Espero sea el preludio de más de lo mismo en la travesía de retorno.

jueves, 18 de septiembre de 2008

ENTRE MAR Y TIERRA

Qué sensación de consciencia de estar sobre el mundo! Un punto antes de llegar a estar totalmente integrado con la naturaleza, un grado menos de la absoluta libertad.

Oigo rugir las olas que rompen por el lado de levante y como se calman al pasar a través del pequeño brazo de mar que me separa de la isla de Espalmador.

Por el contrario, delante de mí el agua murmulla tranquilamente entre rocas erosionadas y arena blanca. Me meto en el agua transparente y un grupo de peces coloridos me rodean con curiosidad.
Caminé hasta la punta de la isla y encontré un rincón tranquilo y bonito, pero al salir del agua una pareja de italianos parlanchines se me ha colocado al lado.
Italianos…! ¡Qué cruz! ;-)
Como dijo F. Rabal en Pajarico: “qué bien se está cuando se está bien”.

martes, 16 de septiembre de 2008

COGIENDO FUELLE

Unos días de espera en Formentera, dado que finalmente no salió la última semana de chárter, antes de iniciar la travesía de vuelta a casa.
Se está verdaderamente bien aquí, buen tiempo, mar calma, suave brisa, con esa luz mágica de septiembre y sobre todo la gente justa. Se respira tranquilidad. De nuevo la isla en todo su esplendor.
Hoy hemos despedido en el puerto a “Chalas”, Romina y Claudio “sabrosura” los músicos y amigos que vuelven a su otra casa, allá por el hemisferio sur, donde pronto volverán a estar de nuevo en verano.
Cada vez vamos quedando menos aquí, pero es el sino de la isla. Días de mucho, vísperas de nada.
En el lado práctico… por fin he terminado de colocar los lazy jacks!!! (a buenas horas), ahora que ya casi me había acostumbrado a aferrar la mayor con el sistema clásico…
No he empleado el sistema que tenía previsto pero a ver que tal se portan así. La verdad es que me ha llevado poco más de veinte minutos ;-)
Volviendo al lado “bucólicopastoril” y como otra pincelada más, los atardeceres y sobre todo ahora unas salidas de luna difíciles de describir con palabras e imposible de retratar. Fondeados en Illetes una luna grande y cobriza, como recién salida de una tormenta de polvo del desierto, asoma por encima de la costa baja de la isla, despidiendo una haz de luz que, reflejado sobre la superficie del agua, nos alcanza de lleno al barco y a mi. La imagen me vuelve a traer a la cabeza la canción de Serrat, que por supuesto he vuelto a poner…”Marchando una de piratas”:
Todos los piratas tienen
un temible bergantín,
con diez cañones por banda
y medio plano de un botín
que enterraron a la orilla
de una playa en las Antillas.

Todos los piratas tienen
un lorito que habla en francés,
al que relatan el glosario
de una historia que no es
la que cuentan del corsario,
ni tampoco lo contrario.

Por un quítame esas pajas te pasan por la quilla.
Pero en el fondo son unos sentimentales
que se graban en la piel
a la reina del burdel
y se la llevan puesta a recorrer los mares.

Marchando una de piratas…
Larga vida y gloria eterna.
Para hincarles de rodillas
hay que cortarles las piernas.

Todos los piratas tienen
atropellos que aclarar,
deudas pendientes y asuntos
de los que mejor no hablar.
Se beben la vida de un trago
y se ríen con descaro.

Hasta que un día, temblando
en la popa de un velero,
la encuentran y traicionando
la ley del filibustero,
no reclaman el rescate
y rehúyen el combate.

Cuando los piratas son hombres enamorados
de una piel que huele a jazmines,
rompen promesas
con sus hermanos de ayer
y huyen al amanecer
rumbo a un puerto que aún no ha puesto
precio a su cabeza.

Marchando una de piratas…
Nadie doblegó su espada
y bastó una mujer hermosa
para cortarles las alas.

No hay historia de piratas
que tenga un final feliz,
ni ellos ni la censura
lo podían permitir.
Por la espalda, en una esquina,
gente a sueldo los asesina.

La he tenido que escribir entera… es fácil sentirse dentro de la canción en este entorno.

lunes, 15 de septiembre de 2008

DE VUELTA A BORDO

A la mañana siguiente tras el último incidente relatado en el blog, felizmente todo estaba en su sitio y nuestro vecino abandonó el fondeadero poco antes que nosotros, temprano.
Izamos el dingui sobre cubierta y después de desayunar zarpamos, mi chica y yo, rumbo a la península. Algo de viento fuerte al principio, de ceñida, que pronto amainó quedando una mar formada, desordenada e incómoda, residual del azote del día anterior. Pero a falta de unas 25 millas para llegar a Dénia la mar se fue calmando casi hasta mar rizada, sin embargo el viento subió hasta unos 12 – 15 nudos del través que nos permitió disfrutar de un final de travesía a 8 nudos de velocidad, a toda vela, la mar de agradable.
Dejamos el barco en manos de sus propietarios y fuimos a pasar unos días a Cabo de Gata. Allí, aunque en tierra, sufrimos uno de los temporales más fuertes que se recordaban en la zona, con rachas de unos 55 nudos. Qué diferente se ve la situación desde tierra!, pero aún así fue algo molesto.
Después de esos días de descanso, y con fuerzas renovadas, el domingo a medio día llegué de nuevo en Dénia para hacerme cargo del barco, e inmediatamente volví a zarpar en solitario hacia Formentera, en un día soleado con brisas variables. En el momento de empezar a escribir estas líneas son las 22:30h y me encuentro a unas 8 millas de Formentera, navegando con una suave brisa del través de unos 7 nudos. La luz de septiembre ha lucido en todo su esplendor, con una visibilidad estupenda que me ha permitido ver simultáneamente, durante prácticamente toda la travesía, la costa de la península y de Ibiza. Pero lo más espectacular ha sido el crepúsculo, al tiempo que por proa se alzaba una luna llena enorme, cuyo reflejo en el mar me ilumina el camino. Me he puesto a todo volumen, una y otra vez la canción de Serrat “Una de Piratas” ;-)
Una noche espléndida, aunque ya sin los calores de julio y agosto, más bien un punto de fresco. Va bien que me vaya acostumbrando de nuevo de cara al próximo retorno a aguas atlánticas.
A falta de un par de millas he ido arriando y aferrando la mayor bajo la iluminación lunar y finalmente a las 24:00h he quedado fondeado frente a la bocana del puerto de La Sabina, con un agua transparente que deja pasar la luz de la luna hasta el fondo, como en una piscina. Todo está tranquilo con apenas una brisa del SW que me trae los sonidos de los tambores del amigo Chalas y el resto de la pandilla musical del “Arabian Nights”.
¡Perfecto!


P.D. El amanecer también ha estado a la altura de las circunstancias...

viernes, 5 de septiembre de 2008

INCREIBLE PERO CIERTO!

Finales de verano, bahía de Punta Pedrera en Formentera. Viento 25-30 nudos del SW.
Lo que nos ocurrió lo escribo por si en un futuro el recuerdo pudiera parecerme exagerado.

Fondeados en Illetes, junto a la bocana del puerto de La Sabina, desde el medio día el viento y la mar han ido arreciando y el fondeo trabaja mucho. Consultando la meteo observo que aún puede arreciar más hasta media noche aunque irá amainando de madrugada.
Por la mañana temprano tendríamos que zarpar hacia Denia y preferiría estar bien descansados, ya que sólo somos dos a bordo.
El mejor fondeadero en este momento es el de Punta Pedrera, además hay boyas y está más protegido. Ante la duda de encontrar alguna boya libre, a media tarde decidimos ir a comprobarlo con la neumática. 15 ó 20 minutos nos lleva llegar al fondeadero, con la suerte de que pegada a tierra encontramos una libre. Nos amarramos con el tender a la boya, relleno el depósito de gasolina y nos fumamos un cigarrillo antes de emprender la vuelta a por el barco con la esperanza de que cuando volvamos aún permanezca sin ocupar.
10 ó 15 minutos nos lleva volver, mientras nos fijábamos qué barcos estaban en boyas de alrededor y cuales estaban fondeados (pensamos, que en el peor de los casos fondearíamos y aún así hubiésemos mejorado de condiciones).
Llegamos al barco, levantamos el ancla y nos dirigimos rápidamente hacia el fondeadero de Punta Pedrera al que llegamos en unos 10 minutos.
Cuando estábamos cerca de la boya, a la altura de un Beneteau granate(con la gracioseja bandera pirata en el obenque, que en este caso resultó estar anunciando una realidad) que vimos antes fondeado, me fijé que llegaba desde tierra gente a bordo en una neumática. Cuando ya los habíamos sobrepasado, la neumática salió detrás nuestra, con alguno de los tripulantes que aún no habían tenido tiempo de desembarcar, dando gritos.
Mientras tanto nosotros llegamos a la boya y cogimos la gaza con el bichero para rápidamente amarrar al fondeo. Mientras terminaba de amarrar llegó la neumática del barco granate y se agarraron al cabo de amarre. Aquí empieza la surrealista e increíble historia (aún me hierve la sangre y no salgo de mi asombro).
Lo que creí eran gritos de niños desde su neumática a mi espalda resultó ser un grupo de señoras, con niños, pretendiendo que me desamarrase de la boya porque ellos la habían visto antes… (me pregunto, ¿antes de qué?)
Cuando ya habíamos sobrepasado su barco ellos apenas habían llegado con la neumática para subir a bordo, y en cuanto a lo de "ver primero" puedo asegurar que no había sido antes de los 35 ó 40 minutos previos en los que habíamos estados amarrados con nuestra neumática.
Ante la evidencia de lo absurdo de la situación, la señora dijo que habláramos con su hermano que acababa de levar el ancla y se dirigía hacia aquí. E inquirió: ¡de todas formas nosotras no nos soltamos de aquí!
Bueno señora, si lo desea puede quedarse ud. ahí agarrada toda la noche, aunque le resultará incómodo.
Al cabo llega el hermano berreando que la habían visto antes, que llevaban media hora haciendo la maniobra de levantar el ancla (¡Media hora?!!!) y mientras tanto yo me colé.
Qué película me está ud. contando?
Cuando he pasado al través de su barco ud. apenas había subido al suyo y aún no había ido ni a la proa, aún tenía el cabo de retenida de la cadena del ancla puesto. En cualquier caso, como podrá comprobar, he llegado primero a la boya puesto que estoy amarrado a ella y usted acaba de llegar… En cuanto a quién la vio antes, es inútil e infantil discutir.

Lejos de rendirse a la evidencia y ante la falta de mejor argumento, el hombre empezó a amenazarme (infantilmente, he de decir) repitiendo con presunto tono irónico: Quédate, quédate ahí y vete a cenar tranquilo…
Pero bueno! Hombre! Va a resultar que eres un pedazo de macarra y que me estás amenazando?...
Qué vas a hacer, soltarme el barco?
Mientras él repetía: vete tranquilo a tierra… vete, vete a cenar…
Sin salir de mi asombro me preguntaba a mi mismo… ¿ a tierra a cenar? ¿es que no se le ocurrirá “pensar” ni concebir que podamos cenar a bordo?
Ante lo absurdo de intentar dialogar con un hombre cabreado como un chimpancé enjaulado, le saludé y me metí dentro, mientras él fondeaba a unos 50 metros detrás nuestro.
Cuando volví a subir a la bañera a fumarme un cigarrillo, advertí como se quedaba mirando fijamente desde su barco… Con aspecto de obrero de la construcción en los momentos anteriores a emprender la faena… (sólo es una descripción de aspecto, con perdón de los obreros de la construcción) como queriendo insinuar con su lenguaje corporal y actitud que el gran ojo vigila, está al acecho esperando a que la presa baje la guardia y se descuide para caer sobre ella… (es una secuela de los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente…)
Viendo que lo ignorábamos, el “depredador” se zambulle en el agua con la agilidad de un cocodrilo del Nilo, y se nada los 50 ó 60 metros que nos separan para merodear a nuestro alrededor.
Empiezo a reconsiderar que en vez de un macarra, sea un chalao.
Pero ante nuestra mirada de atónita sorpresa, viendo que no cruzábamos palabra a su provocación, no pudo resistir volver a amenazar, que si esta isla es muy pequeña, de nuevo que si vete a cenar tranquilo… Ya sabéis, esas tonterías en plan chavalote barriobajero… me he quedao con tu cara chaval! Ehtas muehto!
Has acelerado al llegar a la boya para llegar antes!
Claaaro, lo normal, acelero cuando llego a la boya para ponerme en la proa con el bichero cual caballero medieval sobre su corcel dispuesto a derribar la boya de una estocada…
No dudo que se haya quedado jodido por habérsele ocurrido después y sobre todo por haber llegado tarde. No encuentro ninguna justificación por la que dejarle la boya más que el “sácate tú para ponerme yo”.
Pero mentir y pensar que los demás somos gilipollas, y que si no puedes hacer nada porque no tienes razón en la que apoyarte, amenazar con artimañas de niño pequeño, no sólo me resulta asombroso sino ridículo e indignante, comprobar hasta que grado de gilipollez se puede llegar…
Si por la mañana aparecemos en las rocas con la amarra cortada habrá resultado que además de macarra era también un chalao y un hijo de puta.


Afortunadamente no fue así.