jueves, 26 de junio de 2008

TRAVESÍA DEL MEDITERRÁNEO, 3ª ETAPA

Un día y medio permanecimos amarrados en los pantalanes del club náutico del Puerto de Santamaría, donde desembarcaron tres tripulantes, Julián, Toni y el tocayo Jorge (espero que le haya ido bien en su examen cálculos de navegación para C.Y.). Otros dos embarcaron, Fátima y Jesús. El sábado temprano largamos amarras para dirigirnos al vecino Puerto Sherry para hacer gas-oil, y a media mañana zarpamos hacia la salida de la bahía para dirigirnos al Estrecho. El parte meteorológico anunciaba levante fuerte para la zona del Estrecho, sin embargo en principio teníamos un SW flojo con mar rizada que nos permitió alternar la navegación a motor con la navegación a vela en ceñida. Pronto se fue yendo el viento más a la proa, a la vez que iba arreciando y la mar creciendo. Cuando llegamos a estar al través de Cabo Trafalgar el viento ya había llegado a los 30 nudos acompañado de una mar algo incómoda. Tomamos un rizo a la mayor y al poco tiempo metimos el segundo, pero poco duró, pues casi inmediatamente reventó en ollado de amura de ese rizo, así que tuvimos que meter el tercero, lo cual no vino nada mal. Varias veces escuchamos el Pan, Pan, Pan que avisaba de la desaparición de un buzo por la zona en que nos encontrábamos, así que navegábamos rodeados por dos embarcaciones de salvamento marítimo, una de la guardia civil y dos helicópteros. El parte meteo del VHF anunciaba rachas atemporaladas en el Estrecho para esa noche, y dado que no habíamos venido a sufrir y que había que cuidar el barco, decidimos recalar en el puerto de Barbate para pasar la noche.
Cenita buena a base de productos locales en el pueblo y chupito de licor café a bordo antes de acostarse, mientras el viento silbaba en los obenques. A la mañana siguiente el viento había desaparecido, aparentemente. Tras prepararlo todo y consultar los partes meteo, dejamos el puerto. Antes de salir por la bocana, y librar la almadraba que hay enfrente, ya empezó de nuevo a soplar. No tardó mucho en alcanzar los 35 nudos de proa, y antes de llegar a Isla Tarifa las rachas superaban los 40. Penoso avance hacia el Estrecho, contra viento, mar y corriente. Buscando, dentro de lo posible, una mar más cómoda, navegábamos pegados a la costa, a pesar de que ahí la corriente era de 2 nudos en contra. Navegábamos sólo a motor y los rociones eran constantes, pero a primera hora de la tarde doblábamos Isla Tarifa, donde ya íbamos por el carril de corriente favorable y en menos de quince minutos las condiciones mejoraron espectacularmente. Salimos del Estrecho con una suave brisa y el mar plano. Cosas del Estrecho ;-), al igual que el intenso tráfico, sobre todo cruzado, al pasar por delante de Algeciras y Gibraltar. Esquivamos algunos buques e izamos la vela mayor, pero debido a la escasez de viento tuvimos que mantener la propulsión a motor.
A la salida del Estrecho pudimos ver ballenas, en concreto calderones, una tortuga y muchos delfines, que siempre animan, dándonos la bienvenida al Mediterráneo. La tarde transcurrió con tranquilidad, una suave brisa y mar como un plato. Llama la atención la increíble diferencia de las condiciones de mar y viento entre las pocas millas que separan la entrada y la salida del Estrecho… A la puesta de sol, el chef Jesús, que el día anterior nos había preparado un delicioso pollo al curry con arroz, ahora nos deleitó con unas costillas de cerdo a la miel acompañadas de una ensalada de tomate para la cena, ¡para chuparse los dedos! ;-). Da gusto tener a bordo tripulantes cocinillas ;-)
La noche continuó en calma, navegando con mayor y a motor haciendo unos 6 nudos de velocidad. Dos guardias, compuestas por dos tripulantes, de tres horas de duración (de 24:00h a 03:00h, de 03:00h a 06:00h, de 06:00h a 09:00h y de 09:00h a 12:00h).
A la hora de tumbarme en la litera me quedo dormido escuchando el agua correr a través del casco, qué mejor nana… ;-) Por la mañana, con brisa de poniente, continuamos a motor. Llamo al puerto de San José para preguntar si el surtidor de gas-oil funciona sin problemas, pero el amable capitán de puerto me avisa de que están haciendo obras de reforma, así que cambio el rumbo para dirigirnos hacia la marina de Almerimar. Al rato recibo llamada del armador comunicándome que ha hablado con un velero amigo en Torrevieja para hacer la reparación del ollado del rizo de la mayor roto. Haciendo unos cálculos comprobamos que tenemos combustible suficiente para llegar hasta allí con cierto margen, teniendo en cuenta que el parte meteo de VHF da vientos del W fuerza 2-3 para Almería oriental, así que volvemos a cambiar de rumbo. Todo indica que tendremos que seguir ayudados por el motor.
Por lo demás, pocas novedades, salvo el cruce con un precioso bergantín de tres palos, con velas cuadras en el mástil de trinquete y aparejo de cangreja en el mástil mayor y de mesana. Esa tarde alcanzamos el Cabo de Gata, recorriendo toda la costa del espectacular parque natural a menos de una milla de tierra. Me encanta esa costa con sus altas montañas que forman los cabos a su llegada al mar. Al dejarlas atrás, oscuras nubes se acumulan en sus cumbres llegando desde el Oeste, mientras nosotros seguimos a rumbo directo hacia la siguiente “esquina” de la derrota, Cabo de Palos, que alcanzamos esa madrugada. Dejamos las Islas Hormigas por babor y recorremos las últimas 18 millas de la etapa hasta Torrevieja (Alicante), único tramo en que pudimos disfrutar algo de la navegación a vela, con viento del 140º. Arribamos a la novísima Marina Salinas al medio día. Poco después de amarrar llegó a bordo el velero para recoger la vela mayor que había que reparar, así como el bimini para hacerle unas modificaciones. Fregado de cubierta, algunas reparaciones de poca importancia, arranchado general y antes de disponernos a comer otro apetitoso plato preparado por el chef Roberto, a primeras horas de la tarde, volvió el velero con el trabajo terminado. Im-Presionante ;-) Con el estómago lleno, el calor ya se hacía notar y se imponía una merecida siesta, después una reconfortante duchita, colada y volver a montar el bimini (que nos protegerá del incisivo Lorenzo) y la mayor.
Al anochecer llegaron a bordo el armador junto a unos invitados, con lo que ahora éramos ocho.
Quedaba por hacer una compra y repostar gas-oil, por lo que la intención inicial era pasar la noche en la marina y zarpar por la mañana hacia Formentera, una vez solventados esos dos puntos, pero hubo cambio de planes.

viernes, 20 de junio de 2008

TRAVESÍA AL MEDITERRÁNEO, 2ª ETAPA

En Bayona se bajaron tres tripulantes y embarcó uno, con lo que en esta segunda etapa hacia Cádiz la tripulación está formada por cinco miembros. Julián, Toni, un servidor, Roberto y Jorge (el tocayo;-)
Pasado el pequeño frente del SW, el lunes a media mañana fueron aumentando los claros en el cielo a la vez que empezaba a entrar el viento del Norte, momento en el que zarpamos de Bayona, en principio hacia la salida de la Ría y, doblado el Cabo Silleiro, pudimos ya arrumbar prácticamente hacia el Sur. Foto de Jorge Cª.CabañeroEl parte meteo anunciaba viento Norte de entre 15 y 20 nudos, más intenso cuanto más separado de tierra, así que optamos por ir a buscarlo hacia afuera hasta entrar en la zona de 20-25 nudos y poder corregir el rumbo hacia las Islas Berlengas y Faralloes. Pronto se despejó el cielo y navegamos con mayor, trinqueta y génova a un largo, haciendo entre 7 y 8 nudos de velocidad con unos 15 nudos de viento en una navegación ciertamente placentera. Según iba trascurriendo el día el viento se entabló del Norte pero fue aumentando en intensidad, 15, 20, 25, 30 … nudos. La mar también fue creciendo paulatinamente, de rizada a marejada y hasta llegar a una fuerte marejada bien formada, sobre la que el barco patinaba veloz, prácticamente sin bajar de 10 nudos, con puntas de 14 y 15 nudos que en alguna ocasión rozaron los 18 nudos de velocidad de planeo. Foto de Jorge Gª CabañeroAunque el piloto automático se hacía perfectamente con el barco, disfrutamos de estas condiciones con el timón a la mano y todo el trapo arriba ¡Qué buen navegar! Foto de Jorge Gª CabañeroLas olas crecían por popa y deshacían sus crestas en espuma, mientras el barco arrancaba a planear deslizándose a gran velocidad. A última hora de la tarde optamos por tomar un rizo a la vela mayor, recoger el génova y seguir navegando con la trinqueta con intención de pasar la noche con mayor tranquilidad. Sin embargo el barco siguió navegando a 10-14 nudos de velocidad.
Es difícil plasmar en fotografía el tamaño de las olas, no obstante lo intenté y el resultado fue al menos orientativo de las condiciones reinantes. Antes de ocultarse el sol por el Oeste, la luna ya lucía alta, casi llena, por el Este, la cual nos iluminó durante gran parte de la noche, que transcurrió movidita. La mar y el viento se mantuvieron fuertes durante toda la noche y la mañana siguiente. Temprano, después de haber trasluchado al amanecer para acercarnos hacia tierra, avistamos ya por la amura de babor las Islas Farilhao y Berlenga. Seguimos unas horas con rumbo de aproximación a tierra hasta que volvimos a trasluchar para continuar paralelos a la costa, con menos mar, antes de Cabo da Roca. Una nueva trasluchada en la bahía de Lisboa para enfilar hacia el Cabo Espichel, y dada la mejora de la mar aprovechamos para realizar tareas pendientes en el palo. No es que fuese extrictamente necesario, pero apetecía hacer también alguna foto desde el palo ;-) El estado de la mar también nos permitió cocinar nuestra primera comida caliente a bordo. Deliciosos macarrones del chef Roberto ;-)

A media tarde doblamos Cabo Espichel para dirigirnos hacia Sesimbra. Al socaire del cabo la mar estaba llana, pero el viento, lejos de amainar, arreció, a pesar de encontrarnos bajo una costa muy alta que en teoría debería protegernos del viento del Norte. Orzamos hasta un descuartelar navegando a 8-9 nudos y enseguida arribamos al marinero puerto de Sesimbra con intención de pasar la noche. Tras una reconfortante ducha, cena en el “Tic-Tic”, restaurante portuario en el que ya anteriormente tuve ocasión de saborear el delicioso arroz tamboril, al que esta vez acompañó un jugoso y gran pescado a la brasa de leña, aunque caro hay que reconocer que estaba muy bueno.
Después volvimos al barco, donde estuvimos viendo un DVD de la Vendée Globe antes de acostarnos (por si no hubiésemos tenido suficientes olas y mar ;-). Revisión de amarras y al catre.
El miércoles amaneció otro día estupendo, aunque en principio con bastante menos viento, y zarpamos a las 10:30 HRB con rumbo a Cabo San Vicente, que se encuentra a unas 86 millas al Sur.
Durante las primeras millas, y durante la travesía, prácticas de posicionamiento con el sextante por parte de mi tocayo Jorge, sólo unos 4 minutos de error ¡muy bien!
Rápidamente fue aumentando el viento que venía de la aleta con 12-15 nudos de intensidad. Estupenda ocasión para probar el nuevo gennaker. Izamos el “calcetín” de gennaker y sin esfuerzo enseguida estaba tirando del barco a 8-9 nudos de velocidad, luego le siguió la trinqueta, con lo que pronto nos encontramos navegando con mayor, trinqueta y gennaker a unos 9-10 nudos de velocidad con una mar estupenda en una luminosa mañana azul. ¡Precioso! Hay barcos con los que puedo tardar más o menos millas en sentirme cómodo y cogerles cariño, con el este ha sido como una especie de flechazo, enseguida me ha mostrado su potencial y sus virtudes marineras. Estoy contento de que esté a mi cargo, es un buen barco, cómodo y veloz.
Mientras comíamos, el viento llegó a los 18-20 nudos y el piloto no pudo detener una orzada. Era el momento de recoger el gennaker. También arriamos la trinqueta y desplegamos el génova.
Al poco de terminar de comer, un aviso por VHF sobre unas prácticas de fuego real de la Armada portuguesa. Tras recoger las coordenadas de la zona de exclusión comprobamos que nos encontrábamos recorriendo uno de sus límites, y a continuación vimos aparecer la flota compuesta por seis buques en formación que pasaron a dos o tres millas por nuestro babor. Pronto dejamos atrás la zona y disfrutamos de una tranquila y agradable tarde de navegación con viento en popa. Entre siestas, charla, lectura o escritura de estas líneas, fue pasando la tarde, aunque también hubo tiempo para la simple contemplación. A pocas millas de Cabo San Vicente, puesta de sol, buscando el rayo verde ;-) y salida de luna, siempre un espectáculo.

Foto de Jorge Gª Cabañero

Al doblar el cabo trasluchamos y arreció el viento, navegando a un largo amurados a babor, haciendo 9-12 nudos de velocidad con unos 25 nudos de viento, entre el brillo de la luna llena y el haz de luz del faro… Buf! Qué puedo decir, hay que vivirlo. Una maravilla ¡!! Fotos nocturnas cortesía del tripulante Toni
Al cabo de un par de horas el viento y la mar fueron amainando hasta que finalmente, de madrugada, se quedaron casi por completo. Así que al sur de Faro recogida de génova y 1.500 revoluciones al motor. Mar en calma y olor a pinares en el aire… el Algarbe portugués.
Con las primeros rayos de sol, el cruce con el buque escuela polaco “Podoria” rompe un poco con la monotonía, y seguimos haciendo rumbo 102º hacia la bahía de Cádiz, a la espera de que salte el viento térmico. Ahora navegamos a unos 6 nudos, y si todo va bién estimamos llegar a primera hora de la noche al Puerto de Santamaría.
En estos momentos escucho movimiento de maniobra en cubierta, están desplegando el génova y han bajado las revoluciones del motor hasta apagarlo. El repetidor que tengo en la mesa de cartas indica unos 8-9 nudos de viento real de ceñida, lo que nos permite hacer entre 4 y 5 nudos de velocidad. A ver qué pasa… Por lo de ahora el viento ya ha bajado un poquito, a 7-8 y la velocidad en torno a los 4 nudos…
Por fin se ha entablado el viento del NE con 12-14 nudos de intensidad y marejadilla, lo que nos permite navegar a unos 6-7 nudos de velocidad en ceñida. Una mañana magnífica en la que se hace notar la luminosidad del sur. El barco navega alegre guiado por el piloto de viento, mientras el Max Sea va grabando las polares del barco. Esto de las nuevas tecnologías es la leche, aunque donde estén unas buenas lanillas en los obenques… ;-)
Es medio día y el viento ha rolado al sur pero se ha venido abajo. Recogemos génova y volvemos a encender motor.
El sol empieza a apretar, por lo que desplegamos el toldo para comer en cubierta, incluso alguno se ha dado un bañito de sobremesa.
Estamos a 25 millas de Cádiz, así que llegaremos a primera hora de esta noche.
El parte meteorológico anuncia vientos de componente Este, fuerza 4-5, para el sábado en el Estrecho. Mala suerte, a ver si se equivocan.

Por fin arribamos a los pantalanes del Puerto de Santamaría pasadas las 12 de la noche, en donde permaneceremos hasta mañana por la mañana. Si de alguna manera tuviese que definir esta segunda etapa desde Bayona hasta Cádiz diría que ha sido una travesía rápida y agradable.