El pasado martes fueron las maduras… mi hermano me acompañó a bajar también desde Sada hasta Vigo una Bavaria 37 Sport.
Salimos de Sada a medio día del pasado sábado. Un día estupendo de sol, con marejadilla al principio y viento del norte, aunque el viento en este caso me importaba menos.
La rapidez con la que se suceden lo cabos, que normalmente me suele llevar varias horas alcanzar, siempre me llama la atención, las pocas veces que he hecho este recorrido en barcos de motor. El ruido constante es lo peor.
Durante la travesía, mirando hacia la estela blanca entre las olas, me hacía pensar en a sensación que deben producir los veleros Open 60 y los Volvo 70 cuando navegan a esas velocidades a vela…
Me quedé un par de días más en Vigo junto con el nuevo armador, para ponerle al día en el manejo e intríngulis del nuevo barco. He de decir que me trató a cuerpo de rey, instalándome en un magnífico hotel a pie de ría. Un tío espléndido de verdad.
El jueves por la tarde empezaron las duras… enlazando con la subida de un pequeño y mal mantenido velero Arcoa Tarantelle de 7,80 metros de eslora, junto con sus nuevos, jóvenes e inexpertos aunque entusiastas armadores, desde Vigo hasta Sada.
Lo malo era que el parte meteorológico anunciaba vientos del Norte, de fuerza 4 - 5 y posiblemente 6, marejada a fuerte marejada y un desconocimiento total del estado del barco y del motor aunque al menos tenía un juego de velas casi nuevo.
En cualquier caso había que intentarlo.
Zarpamos a eso de las 18:00h con viento de la boca de la Ría, a motor y con mayor. La corredera no marcaba bien, pero calculo que navegaríamos a unos escasos cinco nudos.
Salimos de la Ría de Vigo con rumbo Norte hacia el interior de las Islas Ons y Onza, con el fin de evitar todo lo posible el mar que había por fuera.
A pesar de que de noche aumenta la sensación de velocidad calculo que haríamos unos escasos 3 ó 4 nudos de velocidad, en algunos momentos creo que incluso 1,5 ó 2 nudos.
La noche fue larga, casi interminable, pues tardamos unas 15 horas en alcanzar Fisterra, ya a primera hora de la mañana siguiente. El viento y la mar venían justo de la proa y el motor empezó a fallar ya desde media noche, encendiéndose la alarma de temperatura, lo que nos obligaba a navegar a vela dando bordadas de ceñida hasta que se enfriaba un poco y volvíamos a apoyarnos en él para remontar.
A uno de los armadores le imponía más eso de navegar de noche, así que creo que no disfrutó demasiado, además de que su equipamiento dejaba que desear. Navegar durante muchas horas mojado y frío no ayuda mucho.
A duras penas alcanzamos Finisterre, a cuyo puerto arribamos a eso de las 09:00 h.
Dormimos poco más de una hora y nos pusimos manos a la obra para intentar sustituir el rotor de la bomba de refrigeración del motor, pero nos faltaban las herramientas necesarias para desmontar la inaccesible bomba. Buscamos un mecánico en el pueblo que nos pudiese echar una mano, pero no fue posible conseguir alguien que pudiese hacer una reparación de emergencia.
Nos informamos bien del parte meteorológico, que lejos de amainar anunciaba un ligero recrudecimiento de las condiciones, aún así decidimos ordenar y aparejar bien el barco para intentar seguir hasta la siguiente ría con intención de llegar hasta Camariñas donde poder dejar el barco en caso de no poder continuar.
Con fuerzas renovadas, mayor tensión en la jarcia, un rizo en la mayor y el génova al 35 % abandonamos el puerto rumbo al cabo al socaire del mismo.


La cosa cambió como de la noche al día en cuanto nos pusimos a navegar en popa a buena velocidad planeando las olas, con el barco estable y secos.
La cara apesadumbrada de uno de los armadores por tener que desandar lo que tanto nos había costado remontar contrastaba con la cara de alivio del otro.
Una vez dejado atrás de nuevo, pero en el otro sentido, el cabo Fisterra enfilamos el canal de los Meixidos rumbo a Monte Louro, en la entrada de la Ría de Muros-Noia, a unas 20-22 millas hacia el Sur, en una placentera navegación ya sin ola y con portantes.
Está claro que para poder navegar por estos mares con barcos pequeños pensados para navegar en las rías o en mares tranquilos, hay que esperar a que las condiciones sean óptimas, sin cabida para las prisas.
Vuelta a casa por tierra, muy cansados todos, pero contentos, y creo que al menos la experiencia les habrá merecido la pena.
Así es la mar. A veces no deja pasar y siempre hay que aceptarlo con humildad.
2 comentarios:
Enorabuena por el blog, Jorge. Muy realista el viaje. Saludos, el armador frustrado por la vuelta a Portosín...
Muchas gracias J, espero que pronto mejoren las condiciones para seguir y tengáis ya el barco para disfrutarlo en la bonita y segura Ría de Sada.
Suerte y un abrazo, también para V.
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