Nuevamente, hace unos días, se repitió la travesía entre rías altas y rías bajas, en concreto entre Sada y Vigo.
La climatología este verano por Galicia está algo inestable, pero a pesar de todo se puede decir que gozamos de buen tiempo, con una mar muy tranquila aunque con escaso viento. Lo máximo que llegamos a tener fue unos 10 ó 12 nudos de viento, y aunque hicimos un par de intentonas de navegar sólo a vela en seguida bajábamos de los 3 nudos de velocidad, así que tuvimos que conformarnos con navegar con génova, mayor y motor, a veces simplemente con motor y mayor. Por lo menos tuvimos mejor tiempo que en la travesía de unos días atrás, aunque durante la noche nos llegaron algunos chubascos aislados. Nos cayeron las gotas suficientes para mojar la cubierta un par de veces, pero pudimos apreciar chubascos más fuertes en la pantalla del radar. No obstante pudimos disfrutar de un bonito atardecer. Más tarde anocheció bajo la amenaza de oscuras nubes, entre las que se entremezclaba la luz produciendo imponentes efectos, que nos alcanzaban por popa y que en poco tiempo volvían a desaparecer. En esta ocasión también salimos tarde y nos anocheció pasadas las islas Sisargas, amaneciendo después de pasado Cabo Fisterra. La noche transcurrió tranquila, bajo la única iluminación de nuestras luces de navegación y la de miles de estrellas que a ratos se dejaban ver. A pesar de la bonaza de la mar, a algunos tripulantes les cogió el cuerpo atravesado, pero por la mañana, con sol, calma chicha y mar plano aparecieron los delfines, compañeros habituales de travesías que hacen olvidar mareos, sueño y tedio. No conozco a nadie que permanezca indiferente ante la presencia de los cetáceos.
Gracias al buen estado de la mar, a la transparencia del agua y a contar con un buen fotógrafo a bordo, pudimos retratarlos bien como se aprecia en estas fotos, cortesía de mi tocayo Jorge Cabanero. Entramos en la ría de Vigo con un estupendo día y un incipiente viento que para nosotros llegó tarde, pero pudimos disfrutar de un buenísimo almuerzo a bordo por cuenta de la familia de algún tripulante ;-). Después, como casi siempre, vuelta a la civilización urbana, donde ni el sol, ni el viento, ni el mar se aprecian de la misma manera.
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