Durante los primeros días de agosto ha tocado navegar de nuevo por el Mediterráneo, ese mar de mala reputación, envuelto en una aureola de tranquilidad, que a decir verdad, en esta ocasión ha vuelto a engatusarme con sus cantos de sirenas. Sus brisas, su calidez, su color y suavidad, salvo en el día del retorno. Casi, casi diría que he vuelto a congraciarme con él ¿y quién no?
El día 3, con el puente de las 20:00h zarpamos sin prisas del puerto de Tomás Maestre a bordo del “Bering”, un Wauquiez Amphora, ketch de 37 pies en el que ya había navegado anteriormente, en una ocasión en la que incluso estuvimos a punto de perderlo. Como dije íbamos con calma, tanto es así, que tras cruzar el puente, aún en el canal de salida, el armador, Jesús, se dio cuenta de que había olvidado la documentación del barco, así que fondeamos tranquilamente al borde del canal mientras que un amigo del puerto venía a buscarlo en bote, entonces ya cayó el primer mojito, con fresca hierbabuena de la plantación de a bordo. Con el sol ya bajo por nuestra aleta de babor, y con el armador de nuevo a bordo, reanudamos la marcha a rumbo directo hacia las Pitiusas. Navegación nocturna muy agradable bajo una luna casi llena con mar en calma y a primera hora de la tarde del día siguiente dejábamos caer el ancla en la bahía de Illetas, donde nos dimos los primeros chapuzones en aguas tibias. Esa misma noche dejamos el fondeadero para cruzar los Freus y recoger en el puerto de Ibiza a “la patrona”, volviendo de madrugada al mismo punto de fondeo, donde habíamos dejado la Zodiac. Cuatro magníficos días pasamos en Formentera. Baños y más baños en aguas transparentes alternando con reparaciones de la zodiac y su motor, entradas en puerto para reponer agua y hacer alguna compra, ir a la playa o cenar en algún buen restaurante de la isla, incluida alguna copita. Pero sobre todo las espectaculares puestas de sol y las agradables veladas nocturnas, cenando en la cubierta de popa, continuando con mojitos a la luz de los candiles que se sumaban a los reflejos de montones de luces de fondeo que brillaban en la oscuridad como si de farolillos chinos se tratase, además del de la gran luna llena. El domingo, temprano, volvimos a zarpar hacia Ibiza para dejar a “la patrona” y continuar, haciendo una recalada de avituallamiento en Santa Eulalia, hacia la Isla de Mallorca, con buen viento y mar tranquila. Anocheció al paso de Dragonera y serían las dos de la madrugada cuando fondeábamos en la bahía de Soller. A la mañana siguiente nos dirigimos a un puesto de amarre que habíamos reservado para tres días. Días que transcurrieron entre comidas en la preciosa casa de los amigos Rosa y Paco, con alguna salida para pasar el día en calas cercanas como la de Sa Furadada. Cuatro días después de la arribada a Soller, Jesús y Nacho tuvieron que marcharse, quedando a bordo la “armadora”, Mª José, incorporándose un nuevo tripulante, Quique. Por la tarde abandonamos el puerto de Soller para navegar con buen viento de popa, como vagabundos del mar, hacia la Isla de Ibiza de nuevo, esta vez por el lado NW de la isla. Otra noche de mar tranquila que con el amanecer, cerca ya del faro de Punta de Moscarter, quedó en calma total, y a las siete de la mañana fondeábamos en la cala Benirrás. Un merecido sueño después de una noche en vela, y a media mañana bañito para despejarse, ¡magnífico!. En Cala Benirrás se me mojó la cámara de fotos y murió ahogada, así que no tendré fotos del resto de la travesía hasta que Jesús me envíe las que hice con la suya.
Pasamos un día agradable en esa cala y a la mañana siguiente levamos ancla e izamos velas para seguir bajando por la costa de Ibiza, pasando entre las islas Conejera y Bledas para fondear en Cala Tarida, donde pasamos el resto del día hasta la mañana siguiente.
Buenas sensaciones produce contemplar desde cubierta el azul del Mediterráneo bajo la luz del atardecer, mientras por el tambucho y escotillas salen las notas del segundo movimiento del conciero nº 9, Kv 622 para clarinete de Mozart, con nuevos instrumentos añadidos de fondo, el mar calmo en su encuentro con las rocas, el suave calor que en tierra agita a las chicharras y el barco, que también cruje y ronronea mecido por las olas de las putas motoras que queman gasolina en la lejanía.
Lástima que por aquí haya más “camioneros” que en un área de servicio de carretera.
Desaprensivos humeantes, ostentosos y cretinos ruidosos que parece que apuntan para pasarte bien cerca, dejando su estela de olas agitadoras.
Bien entrada la mañana, después de desayunar, un bañito y merodear con la zodiac por las grutas y entrantes de la costa de alrededor, volvimos a zarpar a vela con viento en popa hacia el paso de Es Vedrá, tras cuyos acantilados perdimos el viento, enrollando génova y arrancando el motor para dirigirnos a Cala Jondal. No es precisamente una de mis favoritas, pero si hay que ir, se va, y bien está.
Al atardecer volvimos a zarpar hacia el fondeadero de Illetas, de nuevo en Formentera, para pasar por esa zona el resto de los días que quedaban antes de retornar hacia el puerto base en la Manga del Mar Menor.
Con base en Illetas, cerca de la bocana del puerto de La Savina, sólo nos movimos un día hacia los acantilados próximos a la Cala Azul, poco más allá de Cala Saona.
Cuando el Mediterráneo se muestra amable, es el más amable, cálido, tranquilo, azul, brillante, tórrido y refrescante a la vez.
Da igual estar en Formentera que en Sicilia o las islas griegas, se respira el mismo aire de mar antiguo cargado de historia, aplastado por el sol durante siglos, suavizado por sus brisas térmicas. Al doblar el siguiente cabo no me sorprendería ver la vela cuadra de un barco fenicio o las velas latinas de piratas turcos navegando a un descuartelar desde el horizonte… pero qué desilusión, se ve venir un Baglietto de 135 pies a toda leche :(
En fin, llegado el día de partir repostamos gas oil y agua en el puerto de La Savina, lo cual no es tarea fácil, y en cuanto doblamos Punta Pedrera arrumbamos hacia el puerto Tomás Maestre en la Península, a unas 120 millas hacia el SW, con una mar movida e incómoda que hace que me caiga sobre el empeine la pesada y afilada tapa de la nevera… ¡¡¡J….drrrr!!!! ¡me cago en la mar mediterránea! ¡qué dolor!. Me pongo hielo y tomo un antinflamatorio, gracias a lo cual, al cabo de las horas va mejorando mi pie.
Al amanecer llegamos al canal de entrada del puerto Tomás Maestre, donde fondeamos a la espera de la apertura del puente, aprovechando para arranchar el barco, tarea que terminamos justo a tiempo para entrar y poco después de las 08:00h el barco quedaba amarrado en su puesto de atraque.
10 comentarios:
Preciosa travesia, yo hice la misma saliendo desde Santiago de la Ribera (formentera, ibiza y cabrera) que maravillosas las fotos (bueno... es que las puestas de sol en benirrás son una maravilla) lo de llevar hierbabuena... un puntazo... os lo copio para la próxima....!!!!!!
Voy para un año en dique seco. Mi enorme "mono" se agudiza tras la lectura de semejante relato y eso a pesar de los "cretinos ruidosos" y demás engendros contaminadores de mares y montañas. Creo que me tendré que consolar preparando confituras (este año, higos y melocotón). En cuanto a Jesús, genio y figura, solo a él se le podía ocurrir llevarse hierbabuena en una maceta para hacerse unos buenos mojitos. Milagro que no se haya llevado también un par de tomateras para hacer la ensalada. Abrazos y envidia sana para los dos.
Jose Manuel
Si Curra, realmente es una bonita travesía, que si además se hace en agradable compañía pues mucho mejor... si a eso le sumamos unas hojitas de hierbabuena fresca para los mojitos... entonces ya es un lujazo ;-)
Gracias por tu comentario.
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Hombre!!! Jose Manuel! me alegro de leerte por aquí de nuevo.
No suena mal tampoco tu retiro campestre haciendo riquísimas confituras... je,je.
En cuanto a Jesús, si lee esto, ya le habrás dado la idea de las tomateras y dentro de poco acabará convirtiéndose en el navegante autosuficiente, con huerto completo incorporado ;-))
Espero que podamos compartir millas de nuevo pronto.
Un abrazo.
Nosotros estamos organizando para pasar a Cerdeña aunque eso ya son palabras mayores... lo de la hierbabuena desde luego es una idea genial.. no sé ya lo de la tomatera...!!!! lo que si tenemos nosotros es una barbacoa de carbón y no sabes cuantas cenas y comidas nos soluciona.
Saludos
Pues tampoco está mal lo de la barbacoa ;-)
La travesía a Cerdeña merece la pena, pero cuidado si entráis en Porto Cervo,es carísimo.
Saludos, Curra.
Me lleno de nostalgia. Estupenda la descripción y preciosas las fotos. Un abrazo, Capitán.
Muchas gracias, estimado farero ;-)
Un abrazo.
Menudo buen verano habéis tenido. Me ha encantado conocer el BERING que tanto me hablastéis.
Me debéis las fotos de la subida del FAST FERRARI a Coruña. No tengo ninguna ya que mi máquina murió.
Un fuerte abrazo y gracias si me mandáis las fotos, juan db
juan.diaz@cfinancieros.axa.es
Hola buenas! Buscando el barco de mi tio me econtre con este barco y me sono mucho la verdad. Mi tio tiene otro igual pero en azul y antes era suyo ese barco verde. El Bering fantastico barco y reformado y bien cuidado. Enhorabuena por la compra a mi tio de ese barco, es estupendo y maravilloso y no hay muchos en el mundo. Dos de ellos los tenia mi tio y uno de ellos era el Bering. Estupendo, cuidarlos bien y cuidaros vosotros gracias por disfrutar de el. Enjoy. Thanks, ciao.
Gracias, Alexia.
Así que eres sobrina de Mateo?
Jesús, el actual dueño del barco, me ha hablado mucho de él.
Realmente es un buen barco.
Un saludo.
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