Si hace un par de días el “PRB” se dirigía hacia Ciudad del Cabo tras romper su palo, y unas horas después lo hacía el “Estrella Damm” al romper una de sus palas de timón, esta madrugada perdió su mástil el “Delta Dore”. Mecha del timón del Estrella Damm Aparejo de fortuna del Delta Dore
Nada de esto es extraño en este tipo de navegaciones oceánicas, lo que sí llama la atención es que en todos los casos el viento estaba entre 20 y 30 nudos, nada excepcional si tenemos en cuenta que es normal que se topen con condiciones de 50 y 60 nudos de viento.
Desde la aparición de los WOR 60, en la Withbread, más tarde Volvo, empezaron los problemas de deslaminación en los cascos. En los posteriores diseños, los VO 70, sus quillas basculantes ocasionaron todo tipo de problemas, llegando incluso a la pérdida del barco, como el caso del “Movistar”, o más recientemente, la perdida del “Hugo Boss” en la Velux 5 Oceans, entre otros desastres. Y todo debido a los terribles esfuerzos a los que se somete el material a esas velocidades y con esos mares. ¿Quizá se está perdiendo el respeto al océano? Porque navegando tan al límite, parece que hoy por hoy el factor suerte tiene demasiado peso.
Es cierto que la tecnología avanza que es un primor, pero mientras avanza, creo que los diseñadores y constructores utilizan a los navegantes como cobayas, y a veces no sale bien.
¿Dónde estará el límite? Afortunadamente, en el transcurso de esta BWR, todos los tripulantes siguen sanos y salvos.
Desde la aparición de los WOR 60, en la Withbread, más tarde Volvo, empezaron los problemas de deslaminación en los cascos. En los posteriores diseños, los VO 70, sus quillas basculantes ocasionaron todo tipo de problemas, llegando incluso a la pérdida del barco, como el caso del “Movistar”, o más recientemente, la perdida del “Hugo Boss” en la Velux 5 Oceans, entre otros desastres. Y todo debido a los terribles esfuerzos a los que se somete el material a esas velocidades y con esos mares. ¿Quizá se está perdiendo el respeto al océano? Porque navegando tan al límite, parece que hoy por hoy el factor suerte tiene demasiado peso.
Es cierto que la tecnología avanza que es un primor, pero mientras avanza, creo que los diseñadores y constructores utilizan a los navegantes como cobayas, y a veces no sale bien.
¿Dónde estará el límite? Afortunadamente, en el transcurso de esta BWR, todos los tripulantes siguen sanos y salvos.
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