Un año más he asistido a la llamada del Mediterráneo para navegar por las islas Baleares, el mismo entorno que en otras ocasiones pero con una diferencia, esta vez ha sido a bordo de un catamarán Fountaine Pajot de 12m. Siempre he tenido mis reservas a la hora de navegar en un catamarán de crucero y este año he podido hacerlo en dos ocasiones, en uno francés de 15 m. y en este de 12 m. y la verdad es que son realmente cómodos para hacer crucero. Su gran habitabilidad y amplitud de cubierta dan la sensación de estar navegando en un barco mucho más grande, muy confortables para estos menesteres. Pero no me acaban de convencer a la hora de navegar con condiciones medias y duras. A partir de los 20 nudos de viento hay que andarse con ojo con la configuración vélica. También tienen sus inconvenientes para encontrar plazas en los puertos, pero he de reconocer que como experiencia ha estado bien.
A medio día zarpábamos del puerto de Palma con rumbo a Formentera. Con motor y su gran vela mayor hasta abandonar la bahía y una vez sobrepasada Punta Cala Figuera pudimos desplegar el génova ya a rumbo directo hacia los Freus, navegando a un descuartelar con 12 nudos de viento al principio que desde media tarde arreció a 20 nudos del través, permitiéndonos hacer unos cómodos 8 nudos de velocidad.
Travesía inmejorable y rápida en un estupendo día soleado que nos llevó a recorrer las 77 millas hasta Formentera en unas once horas, sin incidentes, salvo la rotura de la transmisión del timón, algo que no supuso un gran problema ya que se podía gobernar con el piloto automático. Ya de noche arribamos al fondeadero de Illetes, donde tuvimos el segundo contratiempo a la hora de arriar la mayor, pues no quería bajar. Montando un aparejo improvisado conseguimos arriarla de golpe, lo que supuso la rotura de la driza.
A la dificultad de encontrar un hueco para fondear de noche había que sumarle la falta de timón, pero la ventaja de los dos motores permitía gobernar entre la multitud de barcos sin problema, hasta que finalmente encontramos espacio para dejar caer el ancla.
A la mañana siguiente tuve que encaramarme a lo alto del mástil para reponer la driza de mayor. Mientras, a uno de los tripulantes se le soltó el fueraborda del bote auxiliar, que afortunadamente no cayó al mar, pero el vuelco hizo que dejara de funcionar. Desmonté la carcasa, purgué el carburador y extraje las bujías que se habían empapado de aceite para limpiarlas. Una vez vuelto a montar arrancó sin problema. Suerte, pues no se me ocurrían más cosas que pudiese hacer en el motor.
Pasamos el resto del día fondeados en el mismo lugar y por la tarde aproveché que la tripulación desembarcó en la playa para investigar el atípico sistema de transmisión del timón. Lo desmonté hasta que di con la avería, se había roto la corona de un engranaje que habría que sustituir por una nueva, así que el resto de la semana tendríamos que navegar sin rueda de timón. Con el ajetreo del día apenas tuve tiempo de poner un pie en tierra y saludar a alguno de los amigos que quedan en la isla.
El siguiente día, zarpamos hacia Cala Jundal (veggg!!! “cala petardeo”) en Ibiza y después de comer nos movimos hasta Cala Salinas (Malibú) donde esperamos a dos nuevos tripulantes. A última hora de la tarde pusimos rumbo hacia Cala Talamanca, junto al puerto de Ibiza, para pasar allí la noche fondeados y desembarcar para cenar en Ibiza, un auténtico circo. Volvimos a zarpar al amanecer de nuevo hacia Formentera, esta vez para dirigirnos a una de las boyas de Espalmador, donde pasamos una tranquila jornada, salvo por los nuevos problemas en el fueraborda del auxiliar, que en esta ocasión me llevó más tiempo solucionar. Finalmente se trataba del relentí. Las reservas de agua dulce empezaban a acabarse, pero resultó imposible que nos diesen entrada en el puerto de La Savina para repostar, así que nos apañamos con las garrafas de 5 L. de agua mineral, racionando media garrafa por persona para lavarse.
Volvimos al fondeadero de Illetes, junto a la bocana del puerto de La Savina, para pasar la noche y acercarnos a cenar en el Sa Sequí y tomar unos mojitos en un “chill out” del puerto. Por la mañana temprano levamos el ancla para dirigirnos a desayunar, fondeados, en Cala Saona, con su increíble agua azul piscina. Poco después volvimos a zarpar con intención de circunnavegar la isla. Doblamos Cabo Berbería y cruzamos la bahía de Migjorn, al final de la cual fondeamos para bajar a comer a tierra. Por la tarde alguna de las chicas prefirió irse por tierra al mercadillo de La Mola, mientras el resto continuábamos travesía, pasando bajo el espectacular acantilado sobre el que se alza el faro de La Mola, navegando con viento fresco de popa por el lado de levante de la isla con rumbo directo a la Isla de Los Puercos, en los Freus, que doblamos con las últimas luces del crepúsculo, para llegar de vuelta al fondeadero de Illetes de nuevo de noche. Fue mi última noche a bordo, ya que al día siguiente tenía que volar de vuelta a La Coruña pues tenía otro compromiso con una tripulación inglesa por las rías gallegas.
A primera hora de la mañana me acercaron al puerto para coger el ferry a Ibiza. Rápidamente dejé atrás la isla, pasando junto a la multitud de barcos fondeados, mientras pensaba que tardaré tiempo en volver a Formentera, aunque nunca se sabe, porque cada vez me gusta menos en lo que se está convirtiendo. Sin embargo he de admitir que en esta ocasión he vuelto a disfrutar de la espectacularidad de sus aguas junto a una tripulación que me ha tratado muy bien.
2 comentarios:
Hola Jorge.
Menudo cacharro !!
A mi si me gustan, más que nada por la habitabilidad que tienen, es impresionante, el salón es como el de casa...
Navegando, tampoco me disgustan. LO peor de todo es, como bien dices, pagar por dos en los pantalanes, si es que tienen plazas tan grandes.
Bonitas fotos y travesía.
Un abrazo,
Bueu
Si Beli, un buen aparato, pero navegando con mar se mueven raro, raro... :) y hay que andarse con ojo de no pasarse de trapo. Fastidia un poco cuando oyes por radio que dan entrada a puerto a los demás barcos pero no hay espacio para los catamaranes, por lo demás está muy bien.
Un abrazo, Bueu!
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