A principios de julio de 2002 hicimos, junto al amigo Patxi, la primera travesía de chárter de características muy similares a la que realizaré próximamente. Travesía que ya había realizado varias veces anteriormente, y que se repitió en otras tantas ocasiones después, pero el primer chárter es el primer chárter.
El barco, que ya es conocido en los relatos de este blog, era un Sun Fast 52 (el “FastFe”), que en esa ocasión bajábamos desde Sada (A Coruña) hasta Moraira (Alicante), creo recordar que en cinco etapas: Sada – Bayona / Bayona – Puerto Sherry (Cádiz) / Puerto Sherry – Benalmádena (Málaga) / Benalmádena – Formentera / Formentera – Moraira (Alicante).
El lujo de aquella travesía fue que llevábamos cocinera, la por entonces novia de Patxi, que se portó como una auténtica profesional, cuidando de la alimentación de toda la tripulación con esmero y originalidad. No recuerdo haber comido tan bien durante una travesía, como en aquella ocasión.
También contábamos con la ayuda de marinería fija, entre los que se encontraba “el cuñao” ;-), pero el resto de tripulantes iba variando de una etapa a otra.
De la primera etapa, poco que decir, pues hizo poco viento y unos días grises con alguna llovizna. Durante la segunda etapa tuvimos que hacer una recalada de tres horas en Portugal, en Leiçoes (O Porto), para desembarcar a dos tripulantes, y aprovechamos para hacer agua y gasoil.
Continuamos con brisa del través rumbo al canal de Berlengas y, al día siguiente, tras haber pasado la latitud de Lisboa navegábamos con unos 20 nudos de viento Norte, con toda la mayor y génova atangonado, a 8 nudos de velocidad, llegando a hacer puntas de 11 nudos. Fue entonces cuando empezó a avisar la alarma de baterías. A pesar de que encendíamos el motor al menos durante una hora o dos al día, el alternador del motor parecía haberse estropeado y no cargaba, así que tuvimos que reducir al máximo el consumo, hasta que nos dimos cuenta de que el problema provenía de la correa del alternador que estaba floja.
Esa noche doblamos Cabo San Vicente y arrumbamos directamente hacia la Bahía de Cádiz, arribando a Puerto Sherry día y medio más tarde. Allí permanecimos algo más de un día aprovechando para realizar algunas reparaciones
Para la tercera etapa embarcaron nuevos tripulantes y zarpamos de Puerto Sherry en un día soleado, aunque con algo de bruma hasta Cabo Trafalgar, a partir de donde el viento fue arreciando hasta que en la salida del Estrecho alcanzó los 30 nudos.
Doblamos Isla Tarifa con viento de poniente y el spi arriba, pero al paso de Punta Europa, en vista de que el viento seguía aumentando, orzamos para arriarlo al socaire del Peñón de Gibraltar. El barco patinaba veloz entre África y Europa, pero era más prudente así. Navegar con un spi de ese tamaño, con 30 nudos de viento, ya requiere cierta atención, y las manadas de calderones que avistamos en el Estrecho distraían a la tripulación hasta el punto de olvidarse del barco y las velas. Por desgracia, una vez terminada la maniobra de arriar y meter el spi a bordo, los cetáceos desaparecieron. A pesar de eso merecía la pena navegar más tranquilos, aunque sólo fuera para poder mirar hacia popa y ver las nubes enganchadas en las primeras estribaciones del Rif, en Marruecos, bajo la luz brillante. Aún sin el spi el barco navegaba deprisa y rápidamente se iba difuminando por popa, bajo la bruma, la costa del Estrecho, con la proa apuntando directamente hacia Punta Calaburra, trás de la cual quedaba, ya a pocas millas, el Puerto de Benalmádena, a donde arribamos esa misma noche.
La etapa supo a poco y dado que anduvimos rápido y que llegamos un día antes de lo previsto, salimos a navegar al día siguiente para disfrutar de un día de buen viento, pero volviendo otra vez al puerto de Benalmádena. De nuevo hubo cambio de algunos tripulantes para la cuarta etapa que nos llevaría hasta la Isla de Formentera.
Zarpamos al mediodía siguiente con rumbo a Cabo de Gata, navegando, con unos 15 nudos de través, paralelos a tres o cuatro millas de la costa, cuyas luces distinguíamos perfectamente durante la noche.
El viento se vino abajo con el amanecer, por el Golfo de Almería, y con los primeros rayos de sol nos vimos rodeados de una inmensa manada de delfines y alguna que otra tortuga antes de llegar al Cabo de Gata. A media mañana fondeamos en una cala entre Agua Amarga y Carboneras, junto a la playa de Los Muertos, donde nos dimos un bañito, y continuamos viaje hacia Cabo de Palos y Formentera, disfrutando de los atardeceres y amaneceres del Mediterráneo en unos días que transcurrieron tranquilos. Un par de noches más tarde entrábamos en el puerto de La Savina, en Formentera, donde permanecimos hasta el día siguiente en que abandonamos el puerto para pasar un día más fondeados en Espalmador. Disfrutamos de la Isla y por la tarde del tercer día levamos ancla con rumbo a Moraira en Alicante, puerto final de travesía, al que llegamos tras pasar la noche navegando.
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