El sábado madrugué para coger el coche y dirigirme a Sada, unos 15 minutos tardé en descongelar los cristales; al llegar el termómetro marcaba -1º…habrá que abrigarse bien antes de embarcar, un buen forro polar, chaquetón también con forro polar además de gorro y guantes del mismo material; si en el puerto hace frío en el mar hará más.
El parte meteorológico anuncia vientos del NE fuerza 3-4 para esta zona y día soleado, estupendo. Bien pasadas las 10:00 h embarcamos dispuestos a pasar el día en el mar, pero antes de zarpar hubo que dar un manguerazo a la cubierta para quitar el hielo acumulado durante la noche, caer al agua por un resbalón puede resultar muy desagradable.
Poco viento al principio, un suave terral que nos permite salir navegando a vela hacia la boca de la ría, incluso impulsados por el gennaker, hasta que el terral se vino abajo y tuvimos que encender un ratito el motor para salir más afuera en busca del viento, el cual llegó a medio día con la pleamar y nos permitió navegar rápido de vuelta hasta casi el fondo de la ría, donde buscamos una protegida cala para fondear y comer. Como no a todos les dio tiempo de hacerse con un bocata hicimos una fabadita caliente a bordo que entró muy bien. La verdad es que a esa hora, al resguardo de la cala, el sol de invierno era suficiente para estar estupendamente bien en cubierta, pero algunos prefirieron comer en la camareta.
Al cabo de una hora aproximadamente izamos de nuevo la vela mayor, levamos el ancla, desplegamos el génova y salimos deslizándonos suavemente hacia el centro de la ría, donde volvimos a encontrar el viento fresco, en una magnífica tarde de navegación que muchos otros barcos aprovecharon para desplegar sus velas.
Nuevamente madrugón el domingo, retirada del hielo del parabrisas y hacia el puerto. El día se presentaba con mejor pinta aún, grados positivos (aunque pocos) en el termómetro, brisa matutina y un parte que anunciaba viento del SW de fuerza 3-4 al principio arreciando a 5-6 por la tarde, prometedor.
Había ganas de aprovechar ese buen viento, así que comimos en la mar, esta vez a base de bocatas y una deliciosa empanada de carne que trajo Ana, la única tripulante femenina en esta ocasión. Entre viento, sol y delfines daba gusto ver las caras de disfrute de la tripulación, todos ya nuevos patrones.
El sol bajaba rápidamente mientras dábamos las últimas bordadas y hacíamos las últimas maniobras por la ría.
Unas nubes altas, típicas del invierno, aparecieron en el cielo y el viento arreció aún más mientras ceñíamos de vuelta al puerto de Sada.
A pesar de tratarse de un viento de componente sur, la sensación térmica hizo que fuésemos embutidos en toda nuestra ropa de abrigo, como si fuésemos astronautas, pero nada peor que pasar frío en la mar, sin embargo, las maniobras de arriar y preparar el atraque hicieron que en el último momento quizá sobrara alguna prenda. Mejor así.
Y de esta manera, tras dejar al Cadenote Uno arranchado y amarrado en su atraque, terminó otro buen fin de semana de prácticas, las primeras millas de este nuevo año. A ver si este 2009 llego a superar las casi 5.000 millas del año que ha pasado, será buena señal.
Y de esta manera, tras dejar al Cadenote Uno arranchado y amarrado en su atraque, terminó otro buen fin de semana de prácticas, las primeras millas de este nuevo año. A ver si este 2009 llego a superar las casi 5.000 millas del año que ha pasado, será buena señal.
1 comentario:
Muchas gracias Kolo.
Efectivamente la navegación a vela es algo que crea adicción, y para algunos afortunados llega a convertirse en nuestra forma de vida. Tu sabes de lo que hablo.
Un saludo también desde el frío para vos en el verano austral.
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