viernes, 20 de abril de 2007

Un buen fin de semana de navegación

A iniciativa de un foro náutico se organizó una salida de fin de semana para disfrutar de una estupenda navegación por las Rías Altas gallegas, en concreto por la Ría de Ares-Sada y hasta la recogida Ría de Cedeira.Algunos llegaron al barco, un Bavaria 44, la noche del viernes, el resto de la tripulación lo hizo a primera hora del día siguiente. Después de meter algo en la despensa, la nevera y llenar los depósitos ya estábamos listos para zarpar.



El sábado amaneció con una bruma cerrada que poco a poco fue abriendo. El viento NE, por el contrario, empezó soplando con timidez y arreciando hasta los 20 nudos ya fuera de la ría. Eso sí, siempre de proa, por lo que tuvimos que ir dando bordos de ceñida, ya desde la salida de la ría, y durante ocho horas en nuestro ascenso por la costa hasta la Ría de Cedeira, a unas 30 millas hacia el N.Por suerte la mar no llegó del todo a convertirse en marejada, pero casi.Mientras ceñíamos escorados nos cruzamos con varios veleros que participaban en una regata "a dos", bajando en popa y que sin duda nos miraban con la sorna que produce el ir navegando cómodamente a favor del viento mientras otros remontan penosamente en contra. La misma sonrisa que debió esbozar el comandante de una fragata de la Armada mientras decidía desde el puente si nos cruzaba por proa o por popa. A dicho comandante le diría que tenga más cuidado al afeitarse, pues se le veía una tirita en la mejilla ;-) Al principio los turnos al timón se prolongaron, sin duda debido a alguna sustancia resinosa en la rueda que hace que sea difícil de soltar ;-), o quizá porque aún había que cogerle la medida al barco y con 20 nudos infundía algún respeto, que afortunadamente se le perdió el segundo día. De todas formas cuatro fueron los timoneles que nos llevaron con mano firme el sábado. Todos, en cambio, nos condujeron el domingo. De ninguno el barco se quejó. ;-)
Sin más novedad entrábamos, a última hora de la tarde, en la escondida Ría de Cedeira y poco después abarloábamos a un pesquero amarrado en el puerto, a un paseo del pueblo. Pero pasear siempre sienta bien tras ocho horas de ceñida, sobre todo si luego te espera una pequeña degustación de "bichos marinos" varios, desde tiburón hasta pulpo, regados con un poco de albariño.
El domingo amaneció un día aún mejor. Desayuno a bordo, un poco de charla con práctica del "nudo del argentino" incluida, una vueltecita por los alrededores para desentumecer los músculos y a eso de las once estábamos embocando la salida de la ría, hasta abandonar el socaire de los montes y conectar con un Nordeste madrugador que en algún momento llegó a los 28 nudos, pero que en popa se llevan mucho mejor.




Al salir de la ría, una vez superados los bajos que la franquean por el Sur, navegamos a un largo con el viento a 120º por la aleta, rumbo que nos fue metiendo mar adentro hasta que trasluchamos para volver a acercarnos a la costa. Aún así tuvimos que ponernos durante un rato a orejas de burro (sin atangonar el génova) para librar el Cabo Prior, lo que supuso una prueba de pericia para nuestros timoneles.
Prueba ampliamente superada con éxito, pues no es fácil mantener el barco equilibrado en popa cerrada con viento y algo de mar.Como es lógico, en un grupo heterogéneo, hubo distintos grados de sensibilidad al timón, tanto en ceñida como en popa, pero todos pasaron por la rueda, y dadas las condiciones, he de decir que con gran habilidad.
Debido al rumbo y a la velocidad, y a diferencia del día anterior, pronto estuvimos a la altura del Cabo Prioriño, orzando para adentrarnos de nuevo en la Ría de Ares-Sada, a cuyo resguardo amainó la mar y el viento, deslizándonos a rumbo directo hacia el puerto de partida en una agradable navegación, donde poco antes de llegar fuimos recibidos por un comité de bienvenida formado por una manada de delfines mulares, algo dispersos debido a que tenían que dividir sus atenciones entre tres barcos, pero que de todas formas fue muy de agradecer como colofón de un buen fin de semana de navegación.
Por mi parte también agradezco a la tripulación el haberse desplazado hasta aquí para compartir estas singladuras, demostrando que Madrid se está convirtiendo en cuna de navegantes, habiendo sumado más horas de navegación en nuestro haber. Todo un placer.

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