jueves, 3 de julio de 2008

FINAL DE TRAVESÍA. DESTINO PALMA.

Quizá una de las singladuras más perfectas. Si se pudieran pedir a la carta unas condiciones para navegar, seguramente serían estas. Una constante brisa de entre 10 y 12 nudos del través, mar llana, buena temperatura y una de las mejores puestas de sol.
De tener que describir esta última etapa entre Formentera y Mallorca, con una sola palabra, posiblemente elegiría “tranquilidad”.
Serían las 19:00h cuando levamos ancla y abandonamos la cala de Formentera en la que habíamos pasado casi todo el día. Aprovechamos la brisa del SE e izamos la vela mayor, a continuación el gennaker y por último la trinqueta, navegando a unos 8 nudos a lo largo de la costa SE de Ibiza. Costa que fuimos dejando atrás algo antes de la puesta de sol, quizá la más bonita de todas. La noche fue increíblemente buena. Temperatura y buenas condiciones de navegación fueron nuestros aliados. Apenas hubo que hacer ningún reajuste a las velas, que parecían almidonadas. El piloto automático se encargó de mantener el rumbo, mientras el barco mantuvo una media de 7 nudos de velocidad. Nosotros, en la cubierta a proa del palo, sólo nos ocupábamos de observar el firmamento, las estrellas fugaces (record de “Rosarillo”) y las luces de algún que otro velero que nos fuimos cruzando. Sólo a falta de pocas millas para llegar a la Punta de Cala Figuera, en la entrada a la Bahía de Palma, nos dejó el viento. Primero arriamos la trinqueta, para apurar al máximo la débil brisa con el gennaker, pero en poco tiempo tuvimos que arriar este también.
Pasamos Pta. Cala Figuera con mayor y motor, arrumbando hacia la recogida Cala Portals, a la que arribamos a eso de las 04:00h. Había bastantes barcos fondeados dentro, y aunque con unos borneos extraños, antes de las 04:30h. ya nos habíamos hecho un sitio donde pasar el resto de la noche, pues nos bastaba con llegar a Palma al medio día siguiente.
Unas horitas de sueño y nuevamente chapuzón matinal. Sin prisa salimos de la cala para recorrer las últimas 7 millas de la travesía hasta el puerto de Palma. Tráfico intenso en la Bahía hasta que finalmente amarramos en los pantalanes de Yates Alemanes en el Club de Mar de Palma. Inmediatamente y entre casi toda la tripulación nos pusimos manos a la obra para baldear la cubierta, limpiar el interior y poner las fundas a las velas. El barco se lo merecía, después de habernos traído a lo largo de las algo más de 1.100 millas, con la ayuda de los 13 tripulantes, en el conjunto de etapas, para llegar hasta aquí en el plazo que nos habíamos propuesto.
Durante los días de travesía hemos encontrado todo tipo de condiciones de mar y viento, y conocido nueva gente compartiendo la afición por la mar y la navegación. Qué más se puede pedir.
Los últimos tripulantes se despidieron, unos antes y otros el día después. Creo que todos hemos quedado contentos de esta travesía inaugural del barco.
Para la próxima ya sabéis donde estamos ;-) Ha sido un placer.
Ahora el barco y yo nos tomaremos un pequeño descanso después de los 15 días de travesía y antes de volver de nuevo a la carga.

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