Al final del verano del 2005, unos amigos, por turnos, y yo transportamos un First 36.7 desde Palma de Mallorca hasta La Coruña en una travesía un tanto accidentada. Tras una noche de mucha lluvia y viento en el puerto de Can Pastilla, amaneció un día soleado, con viento del Norte. A eso de las 11 de la mañana, después de cambiar el estay y poner un enrollador de génova, salimos del puerto poniendo rumbo a pasar por el norte de la isla de Ibiza, hacia la costa alicantina, navegando a un través. El primer día ya hubo problemas, se rompió el enganche del piloto automático, pero antes de llegar a la altura de Ibiza, y de que se hiciera de noche, se pudo arreglar. Durante ese primer día el viento osciló entre 15 y 20 nudos, N-NW. Al amanecer amainó mucho, encontrándonos a unas 15 millas al través de Cabo de la Nao, obligándonos a recoger génova y encender el motor. Navegamos así hasta estar a la altura de Sta. Pola, momento en que saltó un poniente de unos 10 nudos que rápidamente aumentó a 17. Antes de llegar a La Manga del Mar Menor se convirtió en un SW de 20-23 nudos, navegando de ceñida con bastantes rociones (salseiros, que le llamamos en mi tierra). Al virar en las islas Hormigas, y después de pasar Cabo de Palos, roló un pelín más hacia S-Sw y se estabilizó un poco por debajo de los 20 nudos, permitiéndonos ceñir más cómodamente apuntando casi hacia Cabo de Gata.
Cuando hace sol, el mar está azul y la temperatura es buena, aunque se navegue en ceñida con viento y la mar picada, la sensación anímica siempre es mucho mejor que con un día frío y gris en las mismas condiciones. Eso es lo bueno del Mediterráneo. Parece una perogrullada pero no sé explicar el ánimo. Es como cuando por una banda tienes el cielo plomizo y la mar gris y por la otra ves el cielo despejado y la mar de su color; según mires a un banda u otra el pecho se te expande o se comprime.
Esa noche entramos en el pequeño Puerto de San José (Almería), después de dar unas cuantas bordadas pegados a la costa del Parque de Cabo de Gata. Espectacular. A la mañana siguiente, cambio de tripulante, y entre la marcha de uno y la llegada de otro, una comprilla en el pueblo y después hubo que coger un taxi, con un bidón de 25 l. hasta una gasolinera que estaba a 10 km., pues el surtidor del puerto se había estropeado. Espera, solucionar un par de problemillas más y finalmente pudimos zarpar a última hora de la tarde, ya con otro amigo como tripulante. Unas 28 horas después entrábamos en el Estrecho, de noche con unos 10 ó 12 nudos de viento de Levante, en popa cerrada con toda la mayor y génova atangonado. El mar planito (curiosamente habíamos escuchado en el parte aviso de temporal en el Estrecho (?)). Estando al través de Punta Europa sólo andábamos 5-6 nudos. Y aunque desde ahí hasta la salida del Estrecho en Tarifa sólo hay unas 15 millas aproximadamente, el viento fue arreciando sin prisa, pero sin pausa. Íbamos diciendo, ¡mira 8 nudos!,(la ola también iba creciendo poco a poco), ¡mira 9 nudos!, mira, mira ¡record! un planeito de 11... Bueno, pues sin apenas darnos cuenta planeábamos a 14 nudos, con olas encrespadas (por el choque de corrientes) de unos 4m. Pasamos raspaditos al faro de Isla Tarifa, pues no podía arribar más (si se me llega a ir de orzada ahí, nos comemos la lámpara del faro ;-). Pensé que era el efecto embudo del Estrecho, pero salimos con unos 40 nudos de viento, una mar considerable, y fue a más. No podía soltar el timón, y mi amigo no era muy experimentado, así que seguíamos con todo el trapo, confiando en que al alejarnos del Estrecho amainaría un poco para poder recoger vela. En estas andábamos, ya serían las 2 de la madrugada, cuando vino por detrás una ola mucho más grande que las demás, y perdí el control del barco, irremediablemente se me fue de orzada. Sólo pude decirle a mi amigo ¡Agarrate fuerte que se me va!!!. Y la ola nos tumbó 90º, atravesándonos a la mar y pasándonos por encima. Permanecimos tumbados unos segundos que parecieron muchos minutos. Cuando el barco se adrizó, afortunadamente mi amigo seguía en la bañera y el palo en su sitio, pero se habían roto las dos velas y la cubierta era un caos de cabos. Le dejé el timón para que tratase de mantener el barco a la capa, recogí todos los cabos del agua, encendí el motor, arrié como pude la mayor y enrollé todo lo que pude el génova. Estábamos cansados y empapados. Pusimos proa hacia Barbate, en donde entramos ya amanecido, no sin antes dar un pequeño rodeo para librar la almadraba que supuestamente hay delante del puerto, pero que no vimos. La vimos después dentro, en tierra, tras enterarnos que este año la habían recogido antes por la escasez de atunes. (¡))
El temporal duró dos días. En Barbate encontramos un tapicero que nos reparó el génova. Con la mayor no se atrevió, ya que era de kevlar, así que compré agujas para velas e hilo encerado y me tocó coser. (no terminé hasta poco antes de llegar a Cabo San Vicente ;-).
El dueño de un bar nos comentó que al parecer el depósito de la gasolinera del puerto tenía filtraciones de agua salada. Así que de nuevo con el bidón hasta la gasolinera más cercana. Menos mal que se brindó a llevarnos en su furgoneta.
Al segundo día, el viento ya había amainado a unos 25 nudos, y como era de popa, salimos, navegando sólo con el génova y muy cómodamente rumbo a Cádiz, aún con algo de mar formada. El viento y la mar fueron amainando más a lo largo de la mañana, y al medio día entrábamos en el Puerto de Sta. María, en donde de nuevo mi tripulante se tuvo que ir. Los imprevistos nos hicieron perder un tiempo del que él no disponía. Mientras esperé la vuelta de mi primer tripulante, llevé el barco hasta Puerto Sherry para rellenar de gasoil, seguí cosiendo un poco la mayor y a última hora de la tarde llegó, esta vez acompañado de un sobrino suyo, con lo que ahora éramos tres.
Cenamos y antes de media noche estábamos saliendo por la bahía de Cádiz con rumbo a Cabo San Vicente. La noche fue tranquila, el día siguiente también, y mientras tanto, cosiendo la mayor, que no rematé hasta que no estuvimos aproximadamente al Sur de Faro, donde la pudimos izar, con algo más de viento. Al pasar Cabo San Vicente, la siguiente noche, el viento roló a la proa y volvió a arreciar. A la altura de Cabo Sines ya estábamos hasta los mismíiisimos de ceñir contra la mar y el viento, y con unos 30 nudos de proa, la mayor se arrancó del palo ( al llevar dos rizos y el palo muy flexado, además de los pantocazos, la driza tiende a separar la vela del palo)(esta vez no se rompió la vela, sólo se le rompieron los patines). Ya era demasiado, estábamos mojados, fríos y cansados, así que decidimos meternos, esa tarde, en Sesimbra (al Sur de Lisboa). Por un par de días no cogimos inaugurado el nuevo y flamante club náutico y por tanto nos tuvimos que "duchar" en el pantalán con agua fría, y esto ya no era el Mediterráneo... ;-)Por si fuese poco, amarrados al pantalán, casi se nos hunde el barco (exagerando algo ;-). Al tratar de cerrar un grifo de fondo, este se rompió y empezó a entrar agua a borbotones. La sensación de ver el verde mar a través del casco es un poco inquietante. La cantidad de agua que es capaz de pasar por un agujero!. Menos mal que el anterior armador era un tipo previsor, y tenía los espiches amarrados con cinta junto a cada salida del casco. Si me hubiese tenido que poner a buscarlos…
Esa noche, repusimos fuerzas y ánimo en una tasca del puerto cenando un arroz tamboril (arroz caldoso con rape y filantro) para chuparse los dedos. ;-)
Ahí mis tripulantes tuvieron que marcharse de nuevo, esto se había convertido en una travesía por relevos y a trompicones. Alquilaron un coche y aproveché para irme con ellos, llevándome la vela conmigo para dejarla en la velería, para lo que tuvieron que dar un “gran rodeo” muy de agradecer, y eso que pensaban irse en avión. Un amigo es un amigo, y estos más ;-)
Una vez reparada volví con ella y el armador del barco, por suerte también amigo desde chavales, con el que hice el resto de la travesía desde Sesimbra hasta La Coruña, ya sin incidentes, casi en su totalidad a vela. Como dije al principio, una travesía algo accidentada ;-)
2 comentarios:
Qué gracia! Éste fue el 1er relato tuyo que leí hace ya 8 meses... Aquel día pensé: "Mira! Un marino de verdad". Fue como cuando te cruzas con una mirada brillante en medio de muchas miradas inertes... Ya no puedes olvidar esos ojos.
Marino con "Ñ" ;-)
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