La pareja franco suiza ha coincidido con las otras dos tripulaciones precedentes en resaltar la dureza que supuso el paso por el Estrecho de Gibraltar. Y han declarado, pese a la alegría de la llegada, lamentar el que se haya acabado.
La singularidad de esta tripulación es que además de ser pareja en el mar también lo son en tierra, comentando que han llegado a sentir miedo el uno por el otro. Circunstancia que supongo a veces habrá jugado a su favor y otras en contra.
Michèle es, junto a Servane Escoffier, una de las dos navegatrices (navegantas me suena raro, así que lo derivo del francés) que han participado en esta regata, ambas francesas, ya que circunstancialmente en esta prueba no asistió ninguna de las conocidas navegantes femeninas británicas.
Y a pesar de que en España resulta aún muy complicado, para todos, conseguir patrocinio para participar en regatas de esta índole, supongo que esto será una motivación más para que nuestras navegatrices lo sigan intentando, aunque me consta que alguna ya lo ha intentado.
Espero que no tardemos mucho en nuestro país en alcanzar los niveles de participación de nuestros vecinos en cuanto a regatas oceánicas, tanto de navegantes como navegatrices.
Por lo de ahora, creo, la Barcelona World Race ha supuesto un paso más hacia ello.
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