Tras la llegada a bordo del armador y los nuevos tripulantes ya de noche, organizamos todo para conseguir algo de gas-oil y una comprita de vituallas para largar amarras a la 01:30h de la madrugada.
Fue precisamente al llevar a cabo esta maniobra cuando al tripulante Jesús se le cayó al agua su reloj, un regalo importante para él. Intento, improbable, de sumergirse en las oscuras aunque limpias aguas del puerto para recuperarlo. Gafas de bucear, aletas, una pequeña linterna submarina y al agua… Primera zambullida infructuosa, segunda inmersión y … ¡Bingo!¡ Lo encontró !!!Doblamos la punta del espigón del puerto a las 02:00h y directamente rumbo hacia la Isla de Formentera, a unas 110 millas.
Poco viento y mar en calma, en principio, para navegar a motor con la mayor izada. Un buen trozo de luna dejaba su reflejo en la mar oscura.
Por la mañana la cosa seguía tranquila, permitía leer en la cubierta de proa, pero según el sol iba calentando el aire, arreciaba el viento.
Primero 12 nudos, pronto subió a los 20-25 nudos por la amura. Izamos la trinqueta y fuera motor… uhmmm!!!, de nuevo sólo con el sonido del barco abriéndose paso entre las olas, a unos 6 ó 7 nudos de velocidad, a rumbo directo. ¡Muy bien!
Es bastante normal, cuando se incorporan nuevos tripulantes, que tarden un tiempo en adaptarse al ritmo de a bordo y cambiar el “chip” acelerado de tierra.
Sólo comentar algo que me parece inaudito o sorprendente, por lo menos yo nunca me atrevería a meterme a modificar rumbos o revoluciones de motor, por ejemplo, al patrón de un barco al que acabase de subirme, menos aún sin consultarle. No es que pase nada, que podría, es simplemente una cuestión de formas. Cada uno tiene sus manías y, a mí, estas cosas me molestan bastante.
A eso de las 19:00h fondeamos en Illetes, cerca de la bocana del puerto de La Savina y en cuanto terminamos la maniobra nos faltó tiempo para darnos un chapuzón en las cristalinas aguas azul turquesa… qué maravilla!!!
En cuanto estuvimos duchados apareció la potente neumática de la goleta que venía a buscarnos para llevarnos a tierra.Saludo a los amigos y cena en el Café de la Luna. Luego una copita en Sa Garrafa para celebrar la llegada y vuelta al barco.
Una semi-etapa corta y quizá algo extraña, pero con el premio final de recalar durante unos tres días (aquí se pierde un poco la noción del tiempo ;-) en Formentera.
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