Más que una sucesión de borrascas, parece que este invierno (y lo que va de primavera) está siendo como un solo temporal, por la continuidad de los frentes de fuerte viento y olas.
No obstante hay que salir a navegar y, ya que la Ría lo permite, este pasado fin de semana tocaba de nuevo prácticas de vela. Destacar que a pesar de todo, casi todos los días sale algún velero por la Ría, y los fines de semana hasta seis o siete, en cualquier condición, incluida la afición de la Escuela de Cadenote que ya sea con el First Class 8 o con el J80 no se pierden un sábado de navegación, así se hace, es la forma de forjar navegantes resistentes. Bravo por ellos!!! y aprovecho para enviarles un saludo, ya que casi siempre nos cruzamos en el mar.
El viernes por la tarde, por variar, anunciaban mar formada y vientos fuertes para la zona, que disfrutamos bien ya que además pudimos esquivar los ocasionales chubascos. Con la trinqueta y un rizo en la mayor el barco remontaba las olas con poderío o planeaba sobre su lomo a la vuelta. La verdad es que estaba bonita la Ría de Ares y no hacía falta salir mucho hacia la boca de la ría para apreciar sensiblemente como iba creciendo la mar. El sábado mejoraron las condiciones, con algún rayito de sol por la mañana, pero sobre todo por la tarde, después de una agradable y rápida comida en tierra, todavía disfrutamos de un viento en torno a los 20 nudos, con algunas rachas de 25. Pudimos navegar con toda la mayor, trinqueta y génova, excepto cuando nos acercábamos a la salida de la ría donde arreciaban mar y viento, obligándonos a recoger el génova, y volviéndolo a desplegar cuando regresábamos hacia dentro. Creo que todos a bordo disfrutamos bien y se nos pasó el día volando.
El domingo aún se presentó más tranquilo. Encargamos algo de comida para llevar y salimos del puerto con mayor y gennaker, ya que el día lo permitía. Como estaba anunciado, al mediodía el viento calmó bastante, y serpenteamos a vela entre las bateas de mejillón de la bahía de Lorbé en busca de un buen fondeadero. Recogimos vela de proa y nos deslizamos cada vez más lentamente hasta que nos aproamos para largar el ancla. Empujando la botavara para hacernos retroceder hasta que largamos suficiente cadena y el ancla agarró, momento en que arriamos y plegamos la mayor.
A pesar de que el cielo se encapotó, la temperatura era muy agradable, así que comimos en cubierta, muy agradablemente. El viento calmó completamente y aprovechamos la sobremesa para ver un dvd de Tabarly, a la espera de que saltase el viento anunciado para la tarde. Después de ver a Tabarly navegar es normal que nos entrasen ganas de volver a desplegar velas, y fue justo en ese momento que empezó a soplar una buena brisa que nos permitió abandonar el fondeadero deslizándonos de nuevo entre las bateas para salir de la protegida bahía. Según se fue acercando la hora de volver a puerto, las rachas fueron cada vez más constantes, para dejarnos un buen sabor de boca de este fin de semana de navegación a vela.
El lunes y el martes volvieron de nuevo a soplar los fuertes vientos perpetuos.
martes, 30 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
BARCOS DE PAPEL
Si dijera que hay gente que se va por el mundo adelante a navegar en barcos de papel, parecería una metáfora o una exageración. Pero no, que yo sepa no se ha dado el caso… o sí? Si dijera, por ejemplo, que hay gente que se ha ido a cruzar el Atlántico en “barcos” de 4 ó 5 pies, o a dar la vuelta al mundo en barcos de 12 ó 16 pies, podríais pensar que es una fantasmada….
Pues no hay uno, ni dos, ni tres… Hay un montón de… (no sé cómo llamarlos), locos, taraos, héroes, desesperados por navegar o huidos de la justicia…que lo han hecho. Si no lo creéis echadle un vistazo a este enlace que me ha enviado mi amigo “Bueu”.
http://www.balandros.com/t10/page1.asp?Id=78489&Rf=4
Hay gente “pa tó” y quien no se va por ahí a navegar es porque no quiere. No hay excusas, ni crisis ni ná. ;-)
Pues no hay uno, ni dos, ni tres… Hay un montón de… (no sé cómo llamarlos), locos, taraos, héroes, desesperados por navegar o huidos de la justicia…que lo han hecho. Si no lo creéis echadle un vistazo a este enlace que me ha enviado mi amigo “Bueu”.
http://www.balandros.com/t10/page1.asp?Id=78489&Rf=4
Hay gente “pa tó” y quien no se va por ahí a navegar es porque no quiere. No hay excusas, ni crisis ni ná. ;-)
sábado, 20 de marzo de 2010
EL INTERIOR DE LAS OLAS
Cuáles son los mecanismos que actúan desde el interior de las olas para mover semejantes masas de agua a tal velocidad, se preguntaba el hombre.
Qué estructura tendrán que les permite erguirse con tanta esbeltez y equilibrio.
De dónde sacarán la energía necesaria para desarrollar su hercúlea fuerza…
El hombre cabalgaba por sus crestas y se deslizaba por su falda para caer en su seno, intentando descifrar sus enigmas.
Hasta que un día encontró un pasadizo que lo llevó al mismo corazón de la ola. Desde allí, inmerso en el azul, pudo darse cuenta de que ella misma era la energía que se valía del agua para esculpir su forma.
Qué estructura tendrán que les permite erguirse con tanta esbeltez y equilibrio.
De dónde sacarán la energía necesaria para desarrollar su hercúlea fuerza…
El hombre cabalgaba por sus crestas y se deslizaba por su falda para caer en su seno, intentando descifrar sus enigmas.
Hasta que un día encontró un pasadizo que lo llevó al mismo corazón de la ola. Desde allí, inmerso en el azul, pudo darse cuenta de que ella misma era la energía que se valía del agua para esculpir su forma.
lunes, 15 de marzo de 2010
LOS DOMINGOS AL SOL
El buen tiempo este año se está haciendo esperar, por eso cuando viene un día bueno hay que aprovecharlo.
De esos días en que todo se pone de tu parte, el sol, la luz, pero no tanto la temperatura, con un nordeste fresquito que, sin embargo, al socaire de alguna roca se llevaba bastante bien.
De excursión por algunas de las playas de mar abierto de la costa de Ferrol, desde Cabo Prior hacia el sur, buscando una buena esquina protegida del viento y bien orientada al sol, hasta que la encontramos en el extremo norte de la Playa de Doniños. Qué agradable sensación comer al aire libre, al borde de un mar tranquilo donde, además de su suave murmullo, pudimos disfrutar de la música lejana de un gaiteiro que también pasaba el día de playa con su chica. El agua cristalina invitaba al baño, pero la temperatura todavía no. No obstante una pareja de pescadores submarinos salió del agua cerca, un grupo de amigos se animó a darse un baño y una familia con cuatro o cinco niños en bañador jugaban por la orilla como si fuese verano. Pasado el mediodía más gente fue llegando con ganas de aprovechar la magnífica tarde junto al mar. Una pachanguita de fútbol de cuatro chavales con perro, un pescador de caña en la orilla, o un número creciente de paseantes a lo largo de la playa terminaban de componer un cuadro de auténtico disfrute.
En fin, esos pequeños placeres que nos ofrece la vida, como pasar un domingo sencillamente buscando conchas al sol.
De esos días en que todo se pone de tu parte, el sol, la luz, pero no tanto la temperatura, con un nordeste fresquito que, sin embargo, al socaire de alguna roca se llevaba bastante bien.
De excursión por algunas de las playas de mar abierto de la costa de Ferrol, desde Cabo Prior hacia el sur, buscando una buena esquina protegida del viento y bien orientada al sol, hasta que la encontramos en el extremo norte de la Playa de Doniños. Qué agradable sensación comer al aire libre, al borde de un mar tranquilo donde, además de su suave murmullo, pudimos disfrutar de la música lejana de un gaiteiro que también pasaba el día de playa con su chica. El agua cristalina invitaba al baño, pero la temperatura todavía no. No obstante una pareja de pescadores submarinos salió del agua cerca, un grupo de amigos se animó a darse un baño y una familia con cuatro o cinco niños en bañador jugaban por la orilla como si fuese verano. Pasado el mediodía más gente fue llegando con ganas de aprovechar la magnífica tarde junto al mar. Una pachanguita de fútbol de cuatro chavales con perro, un pescador de caña en la orilla, o un número creciente de paseantes a lo largo de la playa terminaban de componer un cuadro de auténtico disfrute.
En fin, esos pequeños placeres que nos ofrece la vida, como pasar un domingo sencillamente buscando conchas al sol.
domingo, 14 de marzo de 2010
ALGO QUE APRENDÍ EN EL MAR
Como ya he dicho otras veces tuve la suerte de empezar a navegar muy joven y muy pronto también en crucero, junto a navegantes con experiencia de los que aprendí un montón.
Una de las cosas, aunque parezca insignificante incluso obvia, se podría resumir en la frase “hay que hacer lo necesario en el momento que hace falta”.
Así, leyéndola, no parece gran cosa, pero de chaval me llamaba bastante la atención la disposición que mostraban, los que considero “mis maestros”, ante cualquier problema para solucionarlo sobre la marcha. Cosas que de entrada no me planteaba que se pudiesen solucionar sino en el puerto, o cuya solución conllevaba un riesgo importante, se ponían a arreglarlo en plena navegación, hubiese las condiciones que hubiese, porque era necesario hacerlo.
Recuerdo verlos trimar la jarcia firme en plena ceñida con fuerte escora y cabeceo. Poner una retenida a la mayor (una “portuguesa”) en pleno planeo. Subir al palo para disparar el mosquetón de una driza de spi atascada, con el mástil campaneando de una a otra banda, o colgarse de la vela mayor para pasar un tercer rizo mientras el barco pantoqueaba… De ahí para abajo cualquier otra tarea o problema a bordo parecía más fácil y asumible. Desde tirarse al agua para picar un cabo enredado en la hélice en plena noche, tapar una vía de agua, subir al palo para anclar un obenque suelto en navegación, preparar un timón de fortuna o recoger y recomponer la jarcia tras una rotura del mástil… Casi todos los problemas tienen mejor o peor solución con los medios con los que se cuenta a bordo. Ese llamado “efecto McGiver” que se desarrolla con la experiencia. La experiencia que también te pone freno cuando verdaderamente crees que no se puede solucionar un problema, sólo paliarlo, o si el problema sólo es aparente pero no acuciante. Así, cuando creías haber aprendido una forma de actuar y te lanzabas presto y veloz ante cualquier incidencia, la voz de la experiencia te decía, “quieto… a dónde vas… sólo hay que arriesgar cuando sea verdaderamente necesario”, de la que deriva la célebre máxima…”si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería”.
Posiblemente otra de las cosas que aprendí, quizá relacionada con esta, es que “hay que ahorrar energía para cuando haga falta”. Esto puede aplicarse a muchas cosas, pero me refiero ahora a la energía personal.
Sobre todo cuando la cosa está incómoda, y no hay otra cosa que hacer, conviene ponerse en modo “stand by” y aguantar economizando movimientos, incluso palabras, para estar en las mejores condiciones cuando se tercie.
Pero eso no debe servir de excusa para no aplicar otra máxima conocida: “no dejes para más tarde lo que debes hacer ahora”. Si bien es verdad que esta es una que no aprendí tan bien, sobre todo cuando estoy en tierra… ;-)
Una de las cosas, aunque parezca insignificante incluso obvia, se podría resumir en la frase “hay que hacer lo necesario en el momento que hace falta”.
Así, leyéndola, no parece gran cosa, pero de chaval me llamaba bastante la atención la disposición que mostraban, los que considero “mis maestros”, ante cualquier problema para solucionarlo sobre la marcha. Cosas que de entrada no me planteaba que se pudiesen solucionar sino en el puerto, o cuya solución conllevaba un riesgo importante, se ponían a arreglarlo en plena navegación, hubiese las condiciones que hubiese, porque era necesario hacerlo.
Recuerdo verlos trimar la jarcia firme en plena ceñida con fuerte escora y cabeceo. Poner una retenida a la mayor (una “portuguesa”) en pleno planeo. Subir al palo para disparar el mosquetón de una driza de spi atascada, con el mástil campaneando de una a otra banda, o colgarse de la vela mayor para pasar un tercer rizo mientras el barco pantoqueaba… De ahí para abajo cualquier otra tarea o problema a bordo parecía más fácil y asumible. Desde tirarse al agua para picar un cabo enredado en la hélice en plena noche, tapar una vía de agua, subir al palo para anclar un obenque suelto en navegación, preparar un timón de fortuna o recoger y recomponer la jarcia tras una rotura del mástil… Casi todos los problemas tienen mejor o peor solución con los medios con los que se cuenta a bordo. Ese llamado “efecto McGiver” que se desarrolla con la experiencia. La experiencia que también te pone freno cuando verdaderamente crees que no se puede solucionar un problema, sólo paliarlo, o si el problema sólo es aparente pero no acuciante. Así, cuando creías haber aprendido una forma de actuar y te lanzabas presto y veloz ante cualquier incidencia, la voz de la experiencia te decía, “quieto… a dónde vas… sólo hay que arriesgar cuando sea verdaderamente necesario”, de la que deriva la célebre máxima…”si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería”.
Posiblemente otra de las cosas que aprendí, quizá relacionada con esta, es que “hay que ahorrar energía para cuando haga falta”. Esto puede aplicarse a muchas cosas, pero me refiero ahora a la energía personal.
Sobre todo cuando la cosa está incómoda, y no hay otra cosa que hacer, conviene ponerse en modo “stand by” y aguantar economizando movimientos, incluso palabras, para estar en las mejores condiciones cuando se tercie.
Pero eso no debe servir de excusa para no aplicar otra máxima conocida: “no dejes para más tarde lo que debes hacer ahora”. Si bien es verdad que esta es una que no aprendí tan bien, sobre todo cuando estoy en tierra… ;-)
lunes, 1 de marzo de 2010
EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍA
"DEL MAR"
Para los que les guste el tema y se encuentren por la zona, pueden acercarse al bar El Futbolín en Pontedeume donde he expuesto una pequeña muestra de fotografías relacionadas con el mar. Esos exoesqueletos y conchas de animales que habitan bajo el agua, cuya forma, textura y color tanto me atrae. Unas veces pura geometría, otras simplemente evolución para la supervivencia.
Naturalezas muertas que antes formaron parte de la vida del fondo oceánico y que las corrientes y las olas llevaron hasta la orilla. Como aficionado buscador de conchas, este trabajo me ha permitido plasmarlas aisladamente para mostrar la belleza de la obra de la naturaleza, sin artificios ni retoques informáticos. Su imágen es de por sí suficietemente fuerte.
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