Ha sido este un verano extraño, no demasiados barcos diferentes, pocos más de media docena, pero gran variedad de tripulantes en travesías medias-cortas, ninguna larga. Apenas un par de pequeñísimas navegaciones en solitario. En definitiva, pocas novedades.
Quizá por destacar algo, la semana pasada en el Mediterráneo a bordo de un catamarán, bastante a gusto, o las dos tripulaciones inglesas con las que he navegado, una durante una semana por la costa gallega y otra sólo durante un día por la ría, pero de las que guardo un grato recuerdo.
El resto familias o grupos de amigos agradables, otros no tanto. La mayoría con buena disposición y ganas de aprender o disfrutar, con mayor o menor aptitud marinera, pero unos pocos no contaban con ninguna de estas características, ni actitud ni aptitud, lo que hace que me pregunte qué es lo que atrae a este tipo de tripulantes hacia un velero…
Algunos planes quizá interesantes que no se llegaron a materializar. Uno de ellos aún por ver, que de llevarse a cabo marcará la diferencia, aunque me inquieta. Bueno, ya se verá.
Pocas emociones, al fin, que me han dejado cierta sensación de estancamiento o de pez en pecera. Pero lejos de cansarme, he podido dar otra vuelta de tuerca más a la costa gallega en general y a mi ría en particular, disfrutándola a tope, ayudado por el fuerte nordeste que predominó durante el verano y por tanto del buen tiempo, brindándonos la posibilidad de unas buenas navegaciones.
Hacía mucho que no pasaba la noche fondeado en la ría, bajo estrellas limpias acariciadas por nubes pasajeras que se reflejaban en una patena de agua, es decir, que estaba bonito, vaya. Eso sí, esa noche lo aprecié tras conseguir abstraerme de la tripulación, que por momentos parecían elefantes en una cristalería.
Después de marcharse las embarcaciones que fondean para pasar el día, me gustó volver a ver la distancia que aquí se guarda entre los barcos a la hora de fondear para pasar la noche, lejos de los apretones del Mediterráneo.
Sin embargo, entre un grupo de barcos fondeados, es frecuente encontrar al menos uno que da la nota un poco más alta que los demás. Lamento que posiblemente esta vez fuese el nuestro, aunque a decir verdad tampoco demasiado.
Por lo demás, tanto de noche como de día, los lugares de fondeo estuvieron muy bien. Las calas de esta ría tienen poco o nada que envidiar a las de fuera, si no le damos demasiada importancia a la temperatura del agua ;-)
Se puede decir pues que en general fue un buen verano náuticamente hablando, aunque como dije, algo extraño quizá. Cosas de la crisis.