jueves, 31 de enero de 2008

Belleza de un Imoca Open 60 navegando

y el sistema de quilla pivotante
Son dignas de ver las líneas de agua de un Open 60 Imoca, pensadas para planear con vientos portantes, extremadamente planos como una tabla de windsurf, con sus quillas pivotantes que, en ceñida, pierden su función antiabatimiento para ser solamente adrizantes. Por eso van equipados además con orzas de sable. En el video superior (Transat) vemos un bonito ejemplo durante la llegada a Salvador de Bahía de la última edición de la regata transtlántica Jacques Vabre.

Este sistema de quilla pivotante con orzas de sable antiabatimiento complementarias puede parecer un sistema innovador para conseguir incorporar mayor superfície vélica a los monocascos, sin embargo se trata de un ingenio de finales de los setenta, cuando el diseñador norteamericano Dave Hubbard, un especialista en diseño de catamaranes de alta competición y que diseñó uno de los artefactos de velas sólidas que venció en la edición del año 1980 de la "Little America´s Cup" (competición de "inventos" pensados para obtener velocidades máximas), recibió un encargo por parte del crucerista Allan ClarK para que le hiciese un "monomarán" (mono casco) que fuese capaz de navegar rápido. Así que Hubbard le diseñó un "cigarro" de 55 pies de eslora, 8 de manga y sólo 5 toneladas de desplazamiento, construido en madera moldeada con el sistema West, el "Red Herring". El barco estaba aparejado con dos mástiles giratorios (como los Open 60 actuales) que pivotaban sobre sí mismos para mantener el flujo constante sobre las velas, sujetos por jarcia de crucetas anguladas hacia atrás.
Para conseguir la estabilidad del barco con ese gran plano vélico ideó un original sistema de lastre móvil mediante una quilla oscilante, independiente de las dos orzas abatibles (una en proa y otra delante del timón) que actuaban como planos anti abatimiento.
El "arma secreta" del Red Herring aparecía cuando, con la racha el barco escoraba y se divisaba un bulbo de plomo a metro y medio a barlovento, navegando entre dos aguas, que seguía la trayectoria del barco como un fiel delfín.
El bulbo era colocado a barlovento mediante un complejo sistema de palancas, aparejos y winches que en principio resultaba un poco duro de manejar, pero el diseñador aseguró que estaba trabajando en algunas ideas para mejorarlo.
En definitiva, un sistema como el que incorporan ahora, más de veinticinco años después, los barcos de última generación.
El sistema se empezó a emplear en competición en la clase Mini 6.5, auténtico laboratorio de prueba de sus hermanos mayores los Open 50 y 60, con un lastre movido con un sistema de desmultiplicaciones. En vista del buen resultado obtenido se aplicó a los Open 50 y Open 60, incorporando unos brazos hidráulicos para hacer pivotar la quilla. Dado que estas clases estaban concebidas para la navegación en solitario y, por tanto no navegar al 100% de su rendimiento, el sistema también dió buen resultado.
Pero fue cuando el sistema se aplicó a barcos para regatas con tripulación, como los VO 70 de la Volvo, o los más recientes Open 60 tripulados a dos, este comenzó a dar problemas, debido a que los barcos se navegan constantemente al máximo rendimiento en las más duras condiciones de viento y mar a velocidades de vértigo, lo que provoca una evidente fatiga de los materiales y mecanismos. A base de fallos y experiencia se va mejorando la técnica.

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