miércoles, 14 de octubre de 2009

CUANDO JUBILÉ MI VIEJA REFLEX

La Asahi Pentax era una buena cámara que antes había sido de mi padre, pero aunque no era especialmente aparatosa, nada que ver con las actuales digitales de bolsillo, sólo la llevé conmigo en algunas ocasiones a navegar.
Debió ser por el mes de noviembre del 2006 cuando un par de barcos participantes en la regata alrededor del mundo en solitario, Velux 5 Oceans, recalaron en A Coruña tras el terrible temporal que sufrieron en el Cantábrico, nada más salir de Bilbao.
Uno de ellos era el “Saga Insurance” del mítico Sir Robin Knox-Johnston, que arribó a los pantalanes del RCN de A Coruña con desperfectos en el carril del grátil de mayor, el radar y algunas velas dañadas, amén de otros pequeños detalles por reparar. De ello se encargaron en principio dos compañeros de Cadenote, Vicente y José Luís, pero no quería dejar pasar la oportunidad y me fui hasta allí a echar una mano y para hacer un montón de fotografías a los detalles del barco. Una vez a bordo del Open 60 me puse a fotografiar todo lo que me pareció interesante del barco y al rato ya estaba ayudando a mis compañeros en las reparaciones y haciendo llamadas para conseguir piezas o algunos tipos de tornillos determinados.
En el trato con Sir Robín me sorprendió su afabilidad, camaradería y sencillez. Aquí junto a otro monstruo, el no menos mítico José Luís Ugarte.
No me considero especialmente mitómano, o mejor dicho, afectado por el fenómeno “fan”, pues mitos sí he tenido unos cuantos, entre ellos el que tenía ahora al lado, un mito vivito y navegando, pero ni de adolescente recuerdo haber pedido un autógrafo o hacerme una foto con alguien.
Quizá por las circunstancias especiales de este caso, pues no creo que Sir Robin fuese a dar muchas más vueltas al mundo, y menos que volviese a recalar aquí, y menos aún que volviese a coincidir yo con él, me decidí a pedirle hacerme una foto con él.
Medio en serio, medio en broma accedió sin problema pero sólo cuando terminásemos el trabajo. Finalmente me pasó el brazo sobre el hombro y me dijo, “ahora venga esa foto”.
José Luís cogió mi cámara y nos hizo un par de fotos.
Sólo quedaban algunos pequeños detalles por solventar para la mañana siguiente y por la tarde zarparía de nuevo.
Por desgracia, al día siguiente, motivos familiares me impidieron acudir. Vicente y José Luís acabaron la faena y al medio día, como estaba previsto Sir Robín, tras ayudarle a izar la pesada mayor, continuó con rumbo al Atlántico sur. Ese mismo día por la tarde llevé las fotos a revelar, y cual fue mi sorpresa al comprobar que la lengüeta del carrete se había roto y no había salido ninguna fotografía… ni de los detalles del barco ni por supuesto junto a Sir Robin.
Ese fue el momento en que decidí que eso no me volvía a suceder, me pasé a la fotografía digital y jubilé mi vieja Pentax reflex. Me quedé sin fotos, pero guardo un grato recuerdo de verlo trabajar en su barco, la parsimonia con que hacía un simple as de guía o el privilegio de haber recibido de él un par de consejos, pero sobre todo la satisfacción de haber podido echar una mano, aunque fuese pequeña, a Sir Robin Knox-Johnston.

6 comentarios:

Unknown dijo...

¡Oooh! Yo que esperaba ver la foto con Sir Robin al final de la entrada... Creo que eso que cuentas nos ha pasado a todo alguna vez con las antiguas cámaras analógicas. Pero pasaba una vez y nunca más, porque luego siempre tenías la precaución, al cargar la cámara, de hacer unos cuantos disparos y comprobar que la manecilla de rebobinar giraba al pasar la película. La pena, en este caso, es que las fotos que perdiste eran irrepetibles.

Pero, bueno, a mí me basta con tu testimonio para hacerme cargo de lo que debió ser ese encuentro con uno de los mitos de la navegación oceánica.

¡Gracias por compartirlo!

Juan Miguel dijo...

Jorge, los mitos mitos son, y ahí es donde deben permanecer. A todos nos gustan los recuerdos tangibles, pero aquellos que sólo quedan en la memoria, no sé por que, son más gratos a la larga que de los que queda constancia material. Tal vez sea porque de esa manera nosotros formamos parte también de ese sueño y, de alguna manera, nos volvemos eternos e inmortales. Como los mitos.

Nautijorge dijo...

Si Joan, debió ser curiosa la cara de "pintamonas" que se me puso cuando el hombre de la tienda de revelados me dijo que no había fotos... :-)
Por desgracia yo soy de esos que tropiezan dos veces en la misma piedra, pues ya me había sucedido en otra ocasión. Pero esta vez, con las prisas de hacer las fotos rápido para ponerme a trabajar a bordo, no tomé esa medida de precaución.
En fin, lo importante es que hicimos un buen trabajo, sobre todo mis compañeros, con la satisfacción añadia de haber conocido en persona a uno de mis mitos.

Nautijorge dijo...

Bonitas palabras, Juan Miguel.
Comparto lo que dices y ojalá que cuando llegue a la edad de echar mano de los recuerdos, si la memoria me deja, cuente entre ellos con vivencias tan intensas (aún con la mitad) como las que pueda tener un mito de este calibre, mucho más allá de haberme hecho una foto con él. Y sino, no pasa nada, basta con haberlo intentado y tener algo que recordar.
Gracias por tu comentario.
Un saludo.

caius dijo...

Ay, las diapos, los carretes, la Yashica y la NIkon. Qué tiempos, parece que hace un siglo, y sin embargo, nunca haré fotos como aquellas, cuando cada click era un bocado al bosillo, cuando cada foto había que pensarla, verla, pensarla para, solo entonces, contener la respiración, revisar el enfoque y... dispar. Me has dado una idea, tendré que postear algo sobre mis viejas cámaras, sobre mis viejas fotos... Gracias por la evocación.

Nautijorge dijo...

Si Caius. Creo que eso le daba más valor a cada foto. La fotografía digital es a la analógica como las máquinas de té de oficina a la ceremonia del té japonesa... ;-)
Un abrazo, rodador de caminos.