lunes, 15 de septiembre de 2008

DE VUELTA A BORDO

A la mañana siguiente tras el último incidente relatado en el blog, felizmente todo estaba en su sitio y nuestro vecino abandonó el fondeadero poco antes que nosotros, temprano.
Izamos el dingui sobre cubierta y después de desayunar zarpamos, mi chica y yo, rumbo a la península. Algo de viento fuerte al principio, de ceñida, que pronto amainó quedando una mar formada, desordenada e incómoda, residual del azote del día anterior. Pero a falta de unas 25 millas para llegar a Dénia la mar se fue calmando casi hasta mar rizada, sin embargo el viento subió hasta unos 12 – 15 nudos del través que nos permitió disfrutar de un final de travesía a 8 nudos de velocidad, a toda vela, la mar de agradable.
Dejamos el barco en manos de sus propietarios y fuimos a pasar unos días a Cabo de Gata. Allí, aunque en tierra, sufrimos uno de los temporales más fuertes que se recordaban en la zona, con rachas de unos 55 nudos. Qué diferente se ve la situación desde tierra!, pero aún así fue algo molesto.
Después de esos días de descanso, y con fuerzas renovadas, el domingo a medio día llegué de nuevo en Dénia para hacerme cargo del barco, e inmediatamente volví a zarpar en solitario hacia Formentera, en un día soleado con brisas variables. En el momento de empezar a escribir estas líneas son las 22:30h y me encuentro a unas 8 millas de Formentera, navegando con una suave brisa del través de unos 7 nudos. La luz de septiembre ha lucido en todo su esplendor, con una visibilidad estupenda que me ha permitido ver simultáneamente, durante prácticamente toda la travesía, la costa de la península y de Ibiza. Pero lo más espectacular ha sido el crepúsculo, al tiempo que por proa se alzaba una luna llena enorme, cuyo reflejo en el mar me ilumina el camino. Me he puesto a todo volumen, una y otra vez la canción de Serrat “Una de Piratas” ;-)
Una noche espléndida, aunque ya sin los calores de julio y agosto, más bien un punto de fresco. Va bien que me vaya acostumbrando de nuevo de cara al próximo retorno a aguas atlánticas.
A falta de un par de millas he ido arriando y aferrando la mayor bajo la iluminación lunar y finalmente a las 24:00h he quedado fondeado frente a la bocana del puerto de La Sabina, con un agua transparente que deja pasar la luz de la luna hasta el fondo, como en una piscina. Todo está tranquilo con apenas una brisa del SW que me trae los sonidos de los tambores del amigo Chalas y el resto de la pandilla musical del “Arabian Nights”.
¡Perfecto!


P.D. El amanecer también ha estado a la altura de las circunstancias...

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