Oigo rugir las olas que rompen por el lado de levante y como se calman al pasar a través del pequeño brazo de mar que me separa de la isla de Espalmador.
Por el contrario, delante de mí el agua murmulla tranquilamente entre rocas erosionadas y arena blanca. Me meto en el agua transparente y un grupo de peces coloridos me rodean con curiosidad.
Caminé hasta la punta de la isla y encontré un rincón tranquilo y bonito, pero al salir del agua una pareja de italianos parlanchines se me ha colocado al lado.
Italianos…! ¡Qué cruz! ;-)
Como dijo F. Rabal en Pajarico: “qué bien se está cuando se está bien”.
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