jueves, 2 de octubre de 2008

ATLÁNTICO ARRIBA

Amanece un día tranquilo en el Puerto de Santamaría, el sol se alza sobre los mástiles de los barcos que flotan amarrados, como dormidos, en las aguas del río Guadalete y tras la llegada a bordo del último tripulante, Manuel, soltamos amarras para dirigirnos al vecino Puerto Sherry a repostar gasoil. Poco después, a eso de las 11:30h, salíamos por la bahía de Cádiz rumbo a Cabo San Vicente, a unas 135 millas al WNW.
Después de comer subió el viento del SW que aprovechamos para navegar a vela hasta entrada la noche, ya al sur de Faro. Prácticamente todo el día fuimos arrastrando un curioso curricán hecho con un sacacorchos y un anzuelo, y a parte de pescar una voraz gaviota (que desenganchamos una vez izada a bordo), no cogimos nada hasta que de noche recogimos el aparejo que traía una palometa de buen tamaño. El viento se fue a la proa y arreció hasta los 18 nudos con un poco más de ola, navegando con mayor y motor. Se aprecia ya la diferencia de la ola atlántica, menos molesta que la mediterránea.
Se notó que Jesús volvía a estar a bordo y cenamos un delicioso pollo al curry con arroz que preparó con la ayuda el resto de la tripulación.
Después de cenar, y dado que ahora éramos seis, establecimos un sistema de tres guardias, de tres horas cada una, formadas por dos tripulantes cuyo orden sorteamos con papeletas.
Una vez sorteadas, empezamos las guardias a las 23:00h. Sólo tuvimos un sobresalto de madrugada cuando se oyó un estallido producido por la ruptura de la funda de la driza de mayor en su stopper que hizo que esta se arriara aproximadamente un metro y que solucionamos provisionalmente hasta que ya por la mañana pudimos reparar algo más elegantemente.

A primera hora de la mañana doblábamos Punta Sagres y Cabo San Vicente con el mar de nuevo en calma y una suave brisa que aún no nos permitía navegar sólo a vela. Un poco más tarde esa brisa del sur aumentó lo suficiente como para decidirnos a izar el gennaker, con poca velocidad al principio, pero cuando empezó a aumentar la presión de viento se nos acumularon los acontecimientos. El piloto automático, “Ray”, dijo basta, lo mismo que el equipo de viento y mientras desmontábamos la electrónica para localizar la avería picó un bonito en nuestra línea de pesca, al que una vez a bordo no hicimos mucho caso. A continuación el viento se fue a la proa obligándonos a arriar el gennaker y desplegar el génova.
Tardamos un buen rato en poder solucionar el problema del piloto, durante el cual gobernamos a mano hasta que finalmente pudimos hacer que volviese a funcionar a costa de sacrificar el equipo de viento, pero sin duda apremiaba más recuperar a “Ray”.
Puede parecer una tontería, pero el trabajo del piloto en distancias grandes es una ayuda inestimable, además de la fiabilidad que da en el mantenimiento de los rumbos.

Seguimos navegando a vela en una tarde de brisa del través y mar plana con mayor, génova y trinqueta arriba. Dada la tranquilidad de las condiciones pudimos observar la puesta del sol desde la “cofa”, todo un espectáculo.
Por la noche cayó a la sartén el bonito, de nuevo de manos del chef Jesús, deliciosamente fresco!
A las 05:00h arribamos de recalada en Cascáis, junto a Lisboa. Amarramos en el pantalán del gasoil a la espera de que abriese la gasolinera a las 09:00h de hora portuguesa (10:00 HRB). Tuvimos tiempo de sobra para dormir, visitar los aseos de la marina, desayunar en tierra y hacer una pequeña compra, tiempo que no supimos aprovechar suficientemente ya que la recalada se alargó hasta cerca de las 12:00h, desaprovechando un viento fresco matutino que nos hubiese empujado magníficamente al menos durante unas horas. ¡Mal, muy mal!
Resultado, ya desde la salida tuvimos que navegar con motor y mayor, aunque durante el día pudimos ayudarnos también del génova sólo nos sirvió para reducir temporalmente las revoluciones del motor, tónica que siguió repitiéndose durante la noche con las constantes subidas y bajadas de la brisa.
Otr0 espectacular atardecer al paso de las islas Berlengas, lo mismo que el siguiente amanecer.Esta noche, de cena, espagueti carbonara. ¡Qué bien entra una comida caliente al anochecer!
Tanto durante la noche como al amanecer las visitas de los delfines fueron constantes, lo que siempre ameniza las guardias, incluso podían oírse sus silbidos desde el interior, en la litera.
Una vez más la información meteo por VHF a lo largo de la costa portuguesa brilló por su ausencia, y sólo a falta de unas 60 millas de Galicia, ya con alcance de VHF de España, volvimos a tener información meteo a cargo de La Guardia Radio.
Durante el día siguiente las condiciones continuaron tranquilas, con una ligera brisa de la proa que no nos permitía prescindir del motor. Sólo destacar otra nueva pesca, esta vez una aguja que tras haberla limpiado se encargó de preparar José Manuel. También riquísima. Al final de la tarde entramos por fin en aguas gallegas, dejando por el través de estribor el monte de Santa Tecla y el marinero pueblo de La Guardia. ¡Ya estamos prácticamente en casa! Con la alegría de la inminente llegada tratamos de hacernos una foto de grupo, que tras varios intentos sólo conseguí que saliésemos todos en esta foto bastante borrosa.
El crepúsculo, sensiblemente fresco, fue uno de los más luminosos y espectaculares de la travesía. Ya de noche doblamos Cabo Silleiro, enfilando la entrada de la Ría de Bayona y arribando a los pantalanes del Monterreal Club de Yates a las 22:30 h.

2 comentarios:

antonio dijo...

Despues de la aventura de querer que prescindieras del reconocido y posterior fondeo en la boya de Bahia de Punta Pedrera; soportar las reparaciones de tus precisos medios de comunicación sin olvidar a tu amigo RAY "IMPRESCINDIBLE" en tan larga travesia; disfrutar de variadas pescatas con el consabido posterior disfrute gastronómico;con temporales incluidos "al fin chegaches a nosa TERRA",BENVIDO.
Cataremos un copazo juntos .
A.Sanchez y J.Bollo

Nautijorge dijo...

Graciñas!!! Os tomo la palabra, eh.
...je,je.